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La opción de Ginsburg al Supremo de EE UU se complica por haber fumado marihuana

Francisco G. Basterra

Media docena de porros de marihuana pueden significar el final de la candidatura de Douglas Ginsburg, designado por el presidente para ocupar una vacante de juez en el Tribunal Supremo norteamericano, y una nueva humillación política para Ronald Reagan, tras el rechazo por el Senado de su primer candidato al puesto, Richard Bork. Ginsburg, de 41 años, un jurista presentado por el presidente como paradigma de la ley y el orden, ha confesado que en los sesenta, cuando era estudiante en la Universidad, y en los setenta, como profesor de derecho en Harvard, fumó marihuana.

"Es la única droga qué he utiliIzado. No la he vuelto a probar desde entonces. Fue un error que lamento", afirmó ayer Ginsburg en un comunicado que ha levantado una gran polémica y pone en peligro su confirmación. En un país que ha acabado con un candidato a la presidencia, Gary Hart, por sus devaneos extramaritales, el uso de una droga ilegal por un aspirante al máximo tribunal es un asunto serio. "Ginsburg está acabado", afirmó un político republicano. La Casa Blanca y los conservadores están desolados, pero el presidente dijo ayer que no retirará su candidatura.Reagan, que considera la lucha contra las drogas una de sus principales prioridades -la primera dama, Nancy, lleva personalmente la campaña-, trató ayer de capear el temporal afirmando que "Ginsburg no era un adicto". "Fueron unos pocos experimentos y mucha gente los hizo en aquella época", añadió. "¿Cuántos de nosotros estaríamos preparados para que se airearan todas las cosas que hicimos en nuestra juventud?".

Preguntado sobre si su candidato tiene aún posibilidades, el presidente respondió: "Sí, si es que en Washington hay todavía justicia". El mes pasado, el principal asesor del presidente en materia de drogas solicitó que se detenga, no sólo a los traficantes, sino también a los consumidores de pequeñas cantidades de estupefacientes.

El líder de la mayoría en el Senado, el demócrata Robert Byrd, dijo ayer que Ginsburg debe considerar su retirada. "Me preocupa sobre todo, "dijo, "el efecto que pueda tener sobre nuestra juventud". Los senadores republicanos, entre los que no puede perder un voto, aparecen divididos. "Si esto se hubiera sabido antes de su designación, no habría sido elegido. La revelación puede afectar a mi voto", declaró el senador republicano James McCIure. Otros políticos quitan importancia al hecho y recuerdan que el 90% de la población universitaria de los años sesenta fumé alguna vez marihuana.

Bajo sospecha

El nuevo problema de Ginsburg, que coloca en una situación muy difícil a sus defensores conservadores en el Senado, no es el primero que sale a la luz tras su designación y muchos creen que no será el último. Este juez del Tribunal de Apelaciones de Washington ya está bajo sospecha por su actuación, rozando el conflicto de intereses, en un caso en el que apoyó desde el Ministerio de Justicia, donde trabajaba, a las compañías de televisión por cable. Ginsburg tenía invertidos 140.000 dólares (unos 17 millones de pesetas) en una de ellas.Luego vino la inoportuna noticia de que su esposa, cuando realizó sus prácticas como médico ayudó a realizar abortos. Tampoco Ginsburg ha podido explicar muy bien la destrucción de documentos por la oficina antimonopolios del Departamento de Justicia, cuando estaba al frente de ella en 1985 y 1986. Y ahora salta la historia de los porros. Cuando fue designado, la principal crítica contra Ginsburg es que carecía de experiencia judicial y que era demasiado joven para acceder al Supremo.

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La historia de la marihuana, el que no lo hubiera revelado cuando fue investigado por el Buró Federal de Investigación (FBI), hace dudar de la madurez de este juez conservador del que se decía que no podría ser rechazado porque no tiene -a diferencia de Bork- opiniones polémicas sobre el aborto, la libertad de expresión o los derechos civiles.

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