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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Referéndum en el Este

POR PRIMERA vez, un Gobierno del bloque oriental ha decidido recurrir al referéndum, y no es casual que esta innovación se produzca en Polonia: por razones que dimanan de un largo recorrido histórico, ese país ha tenido en el socialismo de Europa oriental una trayectoria diferente a otras, ocupando en muchas ocasiones la posición más avanzada en la vía reformista.En el referéndum, convocado para el 29 de noviembre, los electores deberán aprobar o rechazar un plan de serias reformas económicas presentado por el Gobierno. Para comprender las razones que han llevado a éste a convocar ese referéndum hay que tener en cuenta, en primer lugar, el aspecto económico: Polonia necesita de modo ineludible realizar reformas profundas para remontar una situación económica desastrosa, agravada por el crecimiento de la deuda externa. Para ello, el Gobierno propone extender el papel del mercado, dar más espacio a la empresa privada y más autonomía a las sociedades estatales o cooperativas. Los precios se acercarán a las realidades del mercado, lo que supondrá fuertes subidas. Desaparecerán varios ministerios y disminuirá en un 25% el número de funcionarios dedicados al control de la economía. El plan tiende a lograr una actitud favorable del Fondo Monetario Internacional que ayude al pago de la deuda y a la obtención de nuevos créditos. Es evidente que estas reformas tendrán un alto coste social.

La segunda razón que ha llevado a Jaruzelski a convocar el referéndum es netamente política: Polonia -una vez que la amnistía de los presos políticos puso fin a la etapa de estado de guerra y de dura represión- vive en una coyuntura política contradictoria. El partido gubernamental y el sindicato oficial -construido artificialmente para sustituir a Solidaridad- carecen de influencia y no sirven como mediación entre el Estado y la sociedad. En ésta predomina la desconfianza hacia el poder. En cambio, la oposición tiene una influencia considerable y disfruta de niveles de tolerancia desconocidos en otras épocas. Su literatura alcanza una gran difusión. Los dirigentes de Solidaridad actúan, se reúnen, reciben incluso a diplomáticos extranjeros. Jaruzelski no se decide a entablar un diálogo con representantes de la oposición, no quiere reconocer el pluralismo, que es una realidad inocultable y operativa.

Ante las reformas actuales, Jaruzelski comprende que necesita un respaldo social, y lo busca con el referéndum. Pero ello supone, a la vez, que la oposición le respalde de alguna forma. Después de que Lech Walesa afirmara que la reforma no podría realizarse sin el reconocimiento del pluralismo sindical, el Gobierno ha establecido contactos con consejeros de Solidaridad. Es un hecho nuevo desde 1981. A la vez, el Gobierno ha estudiado ciertas reformas políticas, como la elección de los municipios con más de una candidatura. La perspectiva del referéndum obliga al Gobierno a tener en cuenta la fuerza de la oposición.

Contrariamente a otras etapas de la evolución de Polonia en la posguerra, Moscú no es ahora un freno o una amenaza ante el desarrollo de un proceso refomista. Es más bien un estímulo. Con la proximidad del referéndum, Jaruzelski tendrá que descubrir pronto qué concesiones está dispuesto a hacer a la oposición. Hay en estos hechos un aspecto no exclusivamente polaco. Una reforma económica, para ser operativa, necesita desbordar el plano político. Así ocurre con la perestroika de Gorbachov y, en un ámbito muy distinto, con la reforma de Deng Xiaoping. Pero la reforma política implica reconocer el pluralismo, y queda el problema clave de las formas que puede revestir ese reconocimiento, mientras sigue intocable el monopolio de poder del partido comunista.

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