Noche redonda del Real Madrid en Sarrià
El castillo inexpugnable de Sarrià ya no es lo que era. El año pasado sólo fue conquistado una vez -precisamente por el Madrid-, y esta temporada ya cuenta con tres derrotas en cuatro asaltos. En Sarriá sólo ha perdido el Barcelona, lo cual, en los momentos que corren, no es precisamente un dato espectacular. Además, los habitantes del castillo parecían haber sido sorprendidos ayer por la táctica del caballo de Troya. Las gradas estaban pobladas de enemigos blancos que llegaron a corear un "¡campeones, campeones!" espectacular, y en el césped era el Madrid el que parecíajugar de local por su espíritu ofensivo, mientras el Español confiaba más en el contraataque. Ganó el Madrid, y ganó con esa superioridad que arrastra desde el principio de temporada. Pero también ganó porque tuvo suerte en sus oportunidades de gol en los primeros 55 minutos. El 0-1 llegó en un fallo de Nkono, el guardián del castillo. Y a partir del 0-2, ya no había defensores en las colmenas de Sarrià.Desde los primeros minutos, quedó claro que Clemente había introducido una variante táctica importante. El lateral izquierdo, Soler, subió hasta el centro del campo para cortar de raíz las arrancadas de Michel. La idea era buena. Michel, quizás el jugador español en mejor forma, no encontró su sitio en el campo, y tuvo que olvidarse de las galopadas por la banda derecha que tantas ocasiones ofensivas crean en su equipo. De esta forma, y tras 10 minutos de juego ofensivo, pero ineficaz, el Madrid se encontró desconcertado. Urkiaga, por la derecha, frenaba a Gordillo; los centrales cogían bien a Butragueño y Hugo. Clemente, además, apostó ayer por la banda de los trotones del centro del campo, compuesta por Zubillaga, Zúiga y Golobart, que cercenaba las triangulaciones madridistas.
Poco a poco, la defensa madridista comenzó a notar el zumbido en su oreja izquierda del mosquito Valverde. Y ese zumbido era cada vez más molesto. Valverde se hartó de regatear y de canalizar buenos balones hacia el ataque, pero toda su faena con capote era desperdiciada por los encargados de la estocada. Pineda anduvo lento y poco resolutivo, y Pichi era incapaz de adelantarse a un Chendo pletórico de fuerza.
Fue entonces cuando Jankovic tiró desde lejos y a Nkono le pasó el balón entre las manos. Esta semana se reanudará la polémica del año pasado, cuando se decía que Nkono no veía bien cuando se jugaba con luz artificial. El gol, realmente tonto, no cortó el buen juego ofensivo del Español. Valverde, por la derecha, y Soler, por la izquierda, seguían sirviendo balones hacia el centro. Pero sus compañeros o no llegaban, o hacían pases cortos sin sentido, o disparaban sin fuerza para que Buyo detuviese.
La segunda parte comenzó con un guión similar. Urkiaga centró un balón desde la derecha al que, con Buyo batido, Pichi no llegó. Y llegó el desenlace. La buena idea de Clemente se convirtió en la puntilla del Español. Butragueño hizo algo similar a lo que le sirvió al ejército alemán para derrotar fulminantemente al francés en el inicio de la Segunda Guerra- Mundial. Como Soler -la Línea Maginot- era infranqueable, Butragueño dio un rodeo, se colocó tras él en la punta derecha del centro del campo y, mientras el defensa españolista buscaba con la mirada a Michel, el Buitre recibía un balón claro, corría por una banda solitaria, y pasaba a Hugo para que marcase.
Todo el cansancio del mundo se apoderó entonces del Español, y el Madrid comenzó a divertirse. Martín Vázquez (m. 57 y 78), Butragueño (m. 58), Tendillo (m. 64), Hugo Sánchez (m. 67) y Llorente (m. 80) dispusieron de ocasiones de gol desperdiciadas en los últimos metros. El Español se rindió, y su último estertor fue un cabezazo de Golobart a la escuadra (m. 60) que Buyo detuvo. Al final dio la impresión de que el Madrid se apiadaba de un enemigo que siempre le da tan buen recibimiento.
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