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El congreso laborista busca en Brighton una respuesta a los descalabros frente a Thatcher

El Partido Laborista británico inicia hoy en Brigliton su congreso anual con la delicada agenda de adaptar su programa político a la nueva situación socioeconómica creada en el país por ocho años de gestión thatcheriana. La derrota electoral del pasado mes de junio, la tercera consecutiva de los laboristas ante la dama de hierro, ha llevado a reclamar al líder del partido, Neil Kinnock, una revisión del programa laborista "que no excluya nada".

Los laboristas se reúnen esta semana en esa localidad costera del sur de Inglaterra -la misma en la que Kinnock fue elegido líder hace cuatro años- para analizar las causas del fracaso de junio, uno de los peores de la historia del partido, y abrir un período de reflexión de dos años en el que adaptar las políticas laboristas a una realidad creada por casi un par de lustros de Gobierno conservador que han cambiado psicológicamente al país.El principal cometido va ser pergeñar unas directrices encaminadas a atraer hacia el voto laborista a un electorado que no se siente aludido por las tradicionales apelaciones a la clase obrera después de haber pasado a ser propietario de la vivienda que ocupa y de haber incrementado su patrimonio con acciones procedentes de las firmas privatizadas por Margaret Thatcher. En la revisión anunciada se someterá a debate incluso la posición de desarme nuclear unilateral.

Kinnock quiere que la nueva política laborista "esté adaptada a las realidades a que vamos a hacer frente de aquí a cuatro o cinco años", entre las que se encuentra la perspectiva de que un tercio del electorado posea participación en el capital de la empresas. Los laboristas quieren disipar la creencia del electorado de que son los conservadores quienes mejor pueden defender los intereses del nuevo capitalismo popular.

"Estamos preparados para someter nuestras políticas a una serie de pruebas, y aquellas que las pasen tienen muchas más probabilidades de estar en nuestra agenda para los años noventa que aquellas que no consigan resultar atractivas para el público y el partido", dice Kinnock. La nueva política pretende atraer al electorado del sur de Inglaterra -más acomodado que el del norte, el de Gales y el de Escocia-, entre el que los laboristas apenas cuentan con una representación parlamentaria simbólica. Sin el apoyo de esta parte del país, el laborismo está condenado a la oposición con permanentemente un 36% del electorado, según una encuenta del diario conservador The Sunday Telegraph.

Esta estrategia ha provocado una agria respuesta por parte de la cada vez menos influyente izquierda del partido, que ve una desenfrenada carrera hacia la yuppificación del laborismo.

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