Agradables fantasías

Juan Piquer Simón, valenciano, es un cincasta honestísimo. Consciente de sus límites -el mayor de ellos, el presupuestario-, hace un cine ingenuo, infantíl, fantasioso, pero saca un gran partido plástico de sus exteriores. Viaje al centro de la Tierra, sobre todo para los niños, a los que iba dirigido el producto, era una muy correcta adaptación de Verne, dentro de la precariedad técnica con que siempre se juega por estos pagos.Pues bien, tras Supersonic man, un fallido intento de hacer el Superman hispánico, Piquer volvió a Verne. Por lo menos en su punto de partida, que es Escuela de robinsones. Se trataba de narrar las peripecias de un grupo de gente en una isla misteriosa, poblada de criaturas antidiluvianas, hombres peces, gusanos gigantes. Todo ello mezclado con un tesoro oculto en dicha isla. Y con las pretendidas gracias de un atontado profesor, torpe como él solo y propenso a las caídas.

Con toda la ingenuidad que se quiera, Misterio en la isla de los monstruos es, sin embargo, un divertimento infantil irreprochable, espléndidamente filmado en bellos parajes. Sus actores son malos, malos, pero Piquer consiguió pequeños papeles para Terence Stamp y Peter Cushing, lo que siempre es de agradecer.

Completa la programación la película El ángel Levine, inédita en las pantallas comerciales.