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La última victoria de Willy Brandt

La visita de Erich Honecker a Bonn ha supuesto una gran victoria política y moral para un estadista ya jubilado: Willy Brandt. El ex presidente del Partido Socialdemócrata (SPD) fue el artífice de una ostpolitik cuya principal característica era la aceptación de las realidades existentes, frente al dogmatismo de guerra fría propugnando por los anteriores Gobiernos democristianos.

Los acuerdos con Polonia (1970) y la RDA (1972) ratificaron por primera vez la inviolabilidad de las fronteras existentes surgidas de la II Guerra Mundial y el respeto a la integridad territorial y de todos los Estados de Europa. Por renunciar a una Alemania reunificada en las fronteras de la preguerra con la que aún sueña la derecha de la RFA, Brandt fue tachado de cómplice de Moscú" y de "traidor" por los democristianos.

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Ahora el canciller democristiano, Helmut Kohl, ha tenido que aceptar la máxima de Brandt de que sólo el realismo permite aliviar la división europea. La realidad, guste o no, es que los regímenes comunistas tienen el poder en el Este europeo y con ellos hay que negociar. Los sueños de Konrad Adenauer de minar el sistema socialista en la RDA para anexilonarla finalmente a la RFA sólo contribuyeron a la represión en el Este y a la construcción del muro. Jubilado, Brandt ve ahora confirmada e imitada por la derecha su política hacia el Este, su gran legado.

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