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Tampoco Lewis pudo con el récord de Beamein

El estadio estaba abarrotado. Se habían vendido las 68.000 localidades disponibles, algo que no se había conseguido ni el día del enfrentamiento Lewis-Johnson en los 100 metros. Los reventas habían agotado el papel y pedían entradas a quienes se disponían a entrar. El cielo amenazaba tormenta, como el día en que Beamon saltó los 8,90. La ilusión duró un minuto, lo que tardó Lewis en hacer su primer salto y los jueces en señalar la marca, 8,67 metros, registro excepcional, pero no fuera de lo común para Lewis. De él se esperaba que su primer salto fuera el anuncio de una jornada histórica.

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Cincuenta metros de carrera, 23 zancadas, ligerísimo viento a favor. Todo apuntaba hacia el récord. Si Lewis había sido capaz en otras ocasiones de quedarse a 11 centímetros de los 8,90 en condiciones menos favorables, en Roma, estando más rápido que nunca, con un título en juego y un soviético que tiene acreditada mejor marca personal que él, 8,86, el récord tenía que caer. Lewis hizo una serie excepcional, pero no la mejor de su vida. Sin embargo, sí la mejor que se ha visto jamás en Europa: 8,67, 8,65, 8,67, 8,43, nulo y 8,60.Lewis, en su primer salto, mejoró los 8,55 que le habían servido para ganar el título mundial en 1984 (8,54) y el olímpico al año siguiente (8,55). Se fue hasta los 8,67. Batió a un centímetro de la tabla y cayó perfecto. La marca que dejó en la arena correspondió a los pies. Pero había cometido el error del que le acusa Ralph Boston, el saltador al que Beamon le quitó el record. Lewis seguía sin saltar técnicamente bien. Bajaba la cadera en el penúltimo salto y esto es una imperfección no corregida. No es que Tom Téllez, su entrenador, considerado como el mejor del mundo en salto de longitud, no sea capaz de apreciarlo, es que Lewis, por su forma de atacar el salto, no puede hacerlo mejor. Es, simplemente, así. Y obtiene mayor rendimiento saltando defectuosamente que con una técnica perfecta. Por eso Boston dijo que si Emmian tuviera la velocidad de Lewls, saltaría 9,40 metros.

Emmian

Emmian sí es perfecto. No en el salto, que lo realiza en extensión -Lewis hace doble tijera y media-, sino en la forma de atacar la tabla para impulsarse hacia el salto. No baja la cadera porque golpea el suelo desde arriba y de esta manera puede proyectarse con fuerza. Lewis, como basa el concurso en su velocidad, lanza con fuerza la pierna desde más abajo en su penúltimo contacto con la pista y pierde efectividad.

Lewis quiso saltar ayer lejos. Pero su ansia le llevo hacia atrás. Y en su segundo intento se quedo en dos centímetros menos porque ya cayó peor. Repitió los 8,67 en el tercero, bajó a 8,43 en el cuarto y el quinto fue nulo porque se echó encima de la tabla en la carrera. En el quinto quiso demostrar que es capaz de llegar a los 9 metros. Los rebasó con creces, pero metió tanto los pies por delante que no pudo recoger el cuerpo y éste dejó la señal en la arena a 8,60 metros de la tabla. No sólo hay que llegar lejos con los pies, hay que llevar hasta allí el cuerpo y Lewis, con ese defecto técnico, no puede hacerlo si pretende irse hasta el récord de Beamon.

El salto de longitud se ha convertido en una prueba fundamentalmente técnica. Gracias a ello, hoy no se puede aspirar a estar en una final si no se superan los ocho metros. A la mejora de la final de ayer -los tres saltos que siguen a los tres primeros-, los ocho hombres que lo lograron lo hicieron con un mínimo de 8,09 metros. Los 8,90 parecían antes privilegio exclusivo de Lewis, pero ahora hay varios otros atletas que se van acercando. Emmian está a cuatro centímetros, aunque su marca la realizó en altitud, pero ayer, a nivel del mar, fue capaz de irse hasta los 8,53 metros. Y Myricks y Jefferson ya tienen unas mejores marcas personales de 8,63 y 8,5 1.

El enfado

Tras su actuación de ayer, Carl Lewis afirmó: "No sé lo que ha saltado Emmian". Esta declaración, además de despectiva hacia su prinicipal adversario, dejaba traslucir el enfado del atleta estadounidense. Nunca como en Roma habrá sentido que la expectación de los aficionados estaba depositada sobre él. Lewis necesitaba una gesta de gran magnitud. Parecía tenerla a su alcance. Si hubiera batido el récord de Beamon habría paliado la amargura de su derrota en cien metros y el fulgor de Johnson.

Lewis se mostraba contrariado en la sala de prensa. Ante el enjambre de reporteros aseguró que su mejor año había sido 1984, cuando ganó cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, algo que solo Jesse Owen había conseguido con anterioridad. "Este año he sufrido demasiadas lesiones y he pasado varias crisis de stress" indicó. Lewis, que tras su derrota frente a Johnson afirmó que iba a dejar de correr los 100 metros, La señalado que el próximo año quiere preparar a conciencia la carrera de 200 metros y continuar los entrenamientos de longitud.

Sus palabras han sido especialmente críticas hacia el sistema de selección estadounidense, que escoge a sus representantes en los campeonatos nacionales. "Estados Unidos tiene que mirar a los países del Este, que forman sus selecciones pocos días antes de las grandes competiciones internacionales", concluyó el campeón americano. Lewis participará hoy en la última jornada de los campeonatos. Disputaría la final de 4X 100 con el equipo de los EE UU.

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