_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Antonio López

Antonio López pinta la Gran Vía. Lleva años pintándola, y vuelve siempre, significativamente, a su tramo más histórico (el primero), más precatálogo: el arranque desde Alcalá, ascensión y curva, hasta la cumbre de la Telefónica, primer edificio madrileño con voluntad de rascacielos.La Telefónica es el edificio que le da argumento y orientación a la naciente, excesiva (entonces) y desorientada Gran Vía. A partir de ahí se levanta una sucesión de telefónicas que hacen de la Gran Vía una calle americana mucho más que europea. Acentuado últimamente ese americanismo, cuando las legendarias y enigmáticas joyerías son ya tenderete de hamburguer, Antonio López, este Velázquez lírico y manchego, se queda en el tramo o tranco primero, bella curvatura, que tiene ya o todavía tenebrosidad de origen, bruma de tiempo, color de abismo y encanto de tiendas que van mal. No todas las ciudades (quizá hoy ninguna en Europa: mejor no recordar la reconsagración de París por Buffet) cuentan con un pintor genial/universal que haya encontrado la fiebre de cosa viva, no ya en la tapia solar o el desmonte canalla (literarios por sí mismos), sino en la pulcra y usada apariencia de un Banco, de una Banca, cuyos muros se erosionan de impagados, nos alegramos por Madrid y nos alegramos por Antonio López (Tomelloso universal), a quien La Mancha nos permitió elegir entre el ramo plural y deslumbrante de Benjamín Palencia, Félix Grande, Gregorio Prieto, Eladio Cabañero, García Pavón, Juan Alcaide, Agustín Úbeda. Uno ha seguido de cerca a este ángel de zurrón, hermético y tardío, que es Antonio López, sufriendo sus dubitaciones y aplazamientos. Quizá creía el pintor que se había atrancado en el cómo, pero se había atrancado en el qué, y la ciudad, en su miocardio de gran ciudad, la Gran Vía, le ha estimulado como a tantos creadores de la modernidad, desde Baudelaire.

Antonio López, quizá, busca en el Madrid recrecido lo mismo que buscaba en sus paisajes de Tomelloso: un rebrillo último o primero, esa manera de comportarse que tiene la realidad, una herida de sol en el pecho de cristal de un mirador. La vida, en fin, que su pupila distribuye en joyas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_