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Jakob Kraus

Presidente mundial de los sastres, que celebran su congreso en Barcelona

Jakob Kraus, un alemán de 75 años, presidente de la Federación Mundial de Maestros Sastres, asiste al congreso que estos industriales celebran en Barcelona. Lógicamente, a Kraus, que ocupa el cargo desde 1983, no le cose los botones su mujer y afirma que la mejor decisión que ha tomado en su vida fue, en 1924, aprender el oficio de sastre. En 1932 fundó su propio taller en su ciudad natal, Speyer, y desde entonces ha vestido a políticos, banqueros, grandes empresarios, artistas y a otras muchas personas que incluso suelen ahorrar bastante tiempo para poder adquirir uno de sus trajes a medida.

Kraus viene a Barcelona , XXII Congreso Mundial de Maestros Sastres, que se celebra esta primera semana de ser septiembre, en el que participa unos 600 profesionales de diversos países, y donde se debaten las nuevas técnicas productiva y la supervivencia de la sastrería artesana."He venido a España con ocho trajes", afirma. Todo ellos, desde el esmoquin hasta e traje de calle, son muy persona les. "Me gusta hacerme mis prendas de vestir. Personalmente selecciono la tela, la corto y superviso el proceso de confección en el taller". La única tarea prohibida para un sastre es tomarse él mismo las medidas pero, para eso, Kraus cuente con la colaboración de su sobrino, dedicado durante 35 años a la profesión, con quien comparte la dirección del negocio.

"Creo que, por suerte, ya ha pasado aquella época en que había personas que para demostrar su categoría social se hacían varios trajes y luego no los pagaban", declara, confirmando así que los chistes sobre sastres que persiguen a sus deudores no dejan de tener visos de realidad. "Ahora ya no es así", afirma sonriendo.

Con un "sí" contundente asegura que existe una notable diferencia entre la moda de producción a gran escala y la artesanía del traje a medida. "La frase la arruga es bella se lanzó al mercado por intereses económicos e industriales. Los fabricantes sabían que el tejido que iban a utilizar se arrugaría más de lo normal, y decidieron hacer de ello una moda", declara Kraus, y añade que un traje con arrugas está muy bien para una "excursión campestre, pero no para ir al teatro".

"El sastre debe destacar la elegancia clásica de la persona. Debe conseguir que el individuo destaque entre los demás".

Mientras frunce el ceño, recuerda que no hay nada que le guste menos que "millones de personas con el mismo vestido, como en la China de Mao Zedong".

"Me encantaría vestir al rey Juan Carlos I, aunque desgraciadamente para mí ya tiene un excelente sastre". Kraus, como profesional, cree que a todo buen sastre le gustaría trabajar con un tipo como el del Rey, que facilita el lucimiento del artesano, "pero este honor debe estar reservado para los sastres españoles", de quienes destaca su excelente nivel de profesionalidad.

Kraus es un modelo de elegancia y caballerosidad. Saluda juntando los pies mientras realiza una brusca inclinación de cabeza hacia adelante, al estilo germano. Antes de despedirse da sólo un consejo: "Que cada cual lleve lo que quiera, pero, por favor, que vaya bien vestido".

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