Delgado: "No quiero que crean que sólo soy un buen chaval"
Pedro Delgado no ha tenido tiempo aún para asimilar lo que le ha pasado. Parece tranquilo pero se siente agobiado y aún le quedan algunas carreras y la disputa de un Mundial, a primeros de septiembre. Y lo que no quiere es dejar la bicicleta, sino desintoxicarse con ella, y tratar de ganar más carreras. Es su momento, la oportunidad de avanzar. "Me gusta avanzar", dice, "ser más maduro, tratar de dejar escuela, de dejar una estela tras de ti. No quiero que piensen que sólo soy un buen chaval".Pedro Delgado quería decir algo sobre los amigos: "Me gustaría hablar sobre los amigos".
Pregunta: Pues hablemos sobre los amigos.
Respuesta: Me he dado cuenta de que los mejores amigos que tengo ahora son ciclistas. Con ellos pasas la mayor parte del tiempo y con tus amigos de la infancia llegas a perder contacto. Cuando los ves, notas que están fuera de onda, que te agradecen muchísimo incluso que mantengas viva la relación. Ellos pueden presumir de conocerte, pero yo me doy cuenta de que estoy fuera de lugar. Incluso hay gente que ahora se queda un poco cortada cuando habla conmigo.
P: Bueno, pero los ciclistas pueden ser amigos ocasionales.
R: No, no tanto, he hablado con ciclistas veteranos y me cuentan que no, que se establecen amistades muy fuertes , que son duraderas aunque vivas muy lejos de su casa. Lo que sucede es que en la bicicleta lo pasas tan mal y tan bien a la vez, que las relaciones son fuertes.
P: ¿Pero un ciclista lo pasa bien en la bicicleta?. ¿Dónde?.
R: ¿Dónde lo pasa bien un ciclista?. Son cosas físicas. Quizás, pegarte una buena ducha con agua caliente, o con agua fría si has pasado calor, eso es algo que se te ha grabado en la cabeza y ese es uno de los mejores momentos del año. Ahí ya recuperas un 50%, al menos por mi experiencia propia. No lo hago todos los días, pero a veces en mi casa lleno la bañera de agua hasta el borde y me meto dentro para estar varios minutos sin mover un músculo. Si, si, el ciclista le da una gran importancia al cuarto de baño. Y otro momento bueno es la tertulia que se forma en el hotel después de cada etapa, cuando comentas con quienes han sido tus rivales lo mucho que has sufrido en ese día, y lo haces contento, como si hubiera sido divertido sufrir tanto.
P: Les gusta sufrir...
R: Lo he llegado a pensar, y hay un cierto masoquismo. En realidad, nos queremos hacer daño y para eso nos preparamos, lo que pasa es que si quisiéramos hacerlo conscientemente para eso no nos entrenaríamos. Lo que si tienes es el placer de rebasar el límite de tus posibilidades y sabes que eso no es normal y que no es sano. A mí me dicen, 'el deporte es salud' y yo digo que sí, pero no el de alta competición, porque eso requiere el 100% de ti y a veces algo más. Y ahí está nuestro masoquismo.
P: ¿Dónde está el placer de sufrir tanto?.
R: Te deja un sabor extraño. Vas drogado del esfuerzo que haces, tienes la vista nublada de forma natural y te deja resaca. Hay muchos momentos en los que piensas que dejas el ciclismo, que no puedes más, pero luego deseas repetir esa experiencia, deseas volver a vivirlo.
P: O sea, que se entrenan para sufrir.
R: Cuanto más sufres es cuanto peor preparado estás y sufres sin llegar a tus límites. Por ejemplo, este Tour ha sido el Tour en el que menos he sufrido de todos. He sufrido menos y durante muchos días, porque cuando sufres mucho eso se te va quedando como una idea fija en la cabeza y puede contigo.
P: Quiere decir que llega un momento en el que su cuerpo va por un lado y la mente por otro.
R: Hay síntomas. La cabeza le resulta un extraño al cuerpo en los momentos en que vas pasado. Es como un timbrazo que te dice que te has pasado y luego viene definitivamente la pájara o el desfallecimiento. Recibes estímulos exteriores, pero los recibes de forma amortiguada, los sientes pero no te duele. Creo que es parecido a la droga, porque funcionas mentalmente pero no dominas tu cuerpo.
P: ¿Y nunca le ha sorprendido su cuerpo?.
R: Me ha sucedido en las contrarrelojes este año, porque he salido relajado y el resultado ha sido muy bueno. Ahí el cuerpo me sorprendió a mí mísmo y eso me ha servido de enseñanza porque ahora doy importancia en mi cabeza a las ganas de ciclismo que tenga. Soy muy nervioso interiormente y antes le daba demasiadas vueltas a cada etapa en la habitación. Siempre. Y más de un día me daba cuenta de que me levantaba cansado de la cama. Es como si ya hubiera hecho la etapa mentalmente. Este año lo he hecho de otra manera, terminaba una etapa y no pensaba en la siguiente. 'Bueno, mañana nos vemos', me decía, y trataba de olvidarlo todo. Me pasó también siendo aficionado, cuando las carreras se hacían en sábados y domingos. Una vez, el día anterior, me fui a una discoteca y estuve de juerga, pero pensaba que al día siguiente no haría nada. Pues, bueno, gané la carrera.
P: Y ser un ganador, ¿puede ser cuestión de proponérselo, o de decirlo?.
R: Provengo de una familia modesta y no me van esas cosas. A mí si me dice un tío que puede subir a la Luna y resulta que es astronauta pues me lo creo. Siempre me han dicho que puedo ganar, incluso que tengo que decir que voy a ganar. Pero me sigue pareciendo un poco de fanfarronería y prefiero quedarme corto.
P: Pero, hace un año, usted decía que aspiraba a estar en el podio, y desde hace unos días habla de ganar el próximo Tour. Algo ha cambiado dentro de usted, a lo mejor sin darse cuenta.
R: Es cierto y he ganado confianza, mucha. Me dijeron que para ganar un Tour tenía que hacerlo como lo hizo en su día Bahamontes, atacando en el llano y cogiendo cinco o seis minutos en una de esas etapas tontas. Y tantas veces me lo han dicho que me lo había llegado a creer. Por eso, ahora me he demostrado que no necesito de esos cinco minutos. Sabía que podía estar en el podio porque entre esos puestos hay diferencias de cinco o seis minutos y ahí sé que puedo estar. Pero, ahora, sé que lo puedo ganar sin contar con ventajas. Este año me he llegado a creer que puedo ganar el Tour.
P: Y ahora qué le preocupa.
R: Que no he vuelto a casa aún, de una forma gráfica. Estoy mal conmigo mismo porque no hago lo que quiero. Ya no soy muy conocido sólo en Segovia sino a nivel nacional.
"Apoyo causas sociales sin que se sepa"
Pregunta: ¿No ha pensado en, dado que es popular, dar su opinión sobre cuestiones políticas o sociales?Respuesta: La política es una profesión como el ciclismo, pero sí hay cosas en la vida social en las que me gustaría inmiscuirme más. Lo que pasa es que noto que luego quieren algunos aprovecharse de eso y me doy cuenta y doy marcha atrás. Apoyo causas sociales, aunque menos de lo que yo quisiera, y sin que se sepa.
P: ¿Y dar opiniones?
R: Me gustaría expresar mi opinión, y a veces lo he pensado, por ejemplo con el tema del terrorismo, porque pienso que hay políticos que fomentan el terrorismo. Y si no lo hago es por timidez y otras porque pienso que estoy haciendo ciclismo y eso necesita todo de mí. Inmiscuirte en otra cosa te requiere un tiempo que nosotros no lo tenemos. Y si lo hago me puedo jugar mi futuro como ciclista. Puede parecer una labor secundaria, pero te distrae la atención.
P: Pero tampoco quita tanto tiempo.
R: Sí y no, porque la gente va a querer de mí que me introduzca a tope. Tendría que ser como una especie de estandarte y hacerlo así, sin hacer otra cosa más, no me parece bien. Si lo hago, lo hago al cien por cien y pensando que hacía lo que yo creía. A veces, ves a gente que le da tiempo a hacer mil cosas. A mí me gusta hacer una cosa y terminarla.
P: Siempre el descanso, es como una obsesión.
R: Sí, es cierto. Es una obsesión, entrenar y descansar. Por eso los ciclistas decimos también que las carreras se ganan en el hotel.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.