Clases de Constitución
Leo últimamente en su diario las cartas de los ciudadanos que, viéndose asaltados de mala manera por presuntos delincuentes armados pistola en mano, acaban en comisaría, conducidos por los que finalmente resultan ser policías o guardias civiles de paisano que en ningún momento se han identificado como tales. El presunto delito suele ser una normal maniobra de tráfico o un nimio gesto cotidiano que dichos funcionarios consideraron ofensivo para su persona: el típico "usted no sabe quién soy yo" chulesco de posguerra, aunque a lo mejor al ministro esta actitud también le parezca progresista.A mí y a un hermano mío nos ocurrieron por separado casos similares, el uno con persecución automovilística y el otro esposado por toda la Puerta del Sol de Madrid, para acabar el asunto con destempladas excusas, en elmejor de los casos, y con un sentimiento de vejación e indefensión digno, por ejemplo, de cualquier chileno. Siempre se alega que son casos aislados. Pues menos mal. Qué tranquilidad que no sea la norma...
Me temo que, con estos pocos paranoicos sueltos por las calles, los asaltos de este tipo deben de estar a la orden del día y pocos ciudadanos se molestan en intentar denunciarlos.
Yo me pregunto si a estos individuos pagados con dinero público no se les podría, a cuenta del Ministerio del Interior, dar clases de Constitución, como en el cole; enseñarles elementales reglas de urbanidad: buenos días, por favor, etcétera; obligarles a enseñar la placa antes que la pistola y, sobre todo, a distinguir entre delito público y paranoia personal. Esto sí que sería un cambio apreciado por los usuarios, aunque me temo que "de tal palo tal astilla", y quizá el primero en tener que ir al parvulario sea el ministro- José Ramón Redondo.
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