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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El triunfo de Cavaco

LAS ELECCIONES portuguesas han dado al Partido Social Demócrata (PSD), y en particular a su líder, Aníbal Cavaco Silva, una victoria histórica, con la mayoría absoluta de los votos populares y de los diputados en el futuro Parlamento. La democracia portuguesa ha sufrido de una inestabilidad casi endémica: 10 Gobiernos se han sucedido en 11 años, desde la aprobación en 1976 de la Constitución democrática. Ahora está garantizado un Gobierno estable, con una sólida mayoría, para los próximos cuatro años. El deseo de tener al frente del país a un dirigente estable y enérgico, capaz de abordar una situación económica difícil, ha sido un factor decisivo en el corrimiento de votos que se ha producido en favor de Cavaco Silva.En la campaña electoral, la exaltación de la figura carismática de Cavaco Silva, con una imagen populista y autoritaria a la vez, como el líder capaz de asegurar un futuro más feliz, ha desempeñado un papel esencial. Pero no se puede subestimar el hecho de que Cavaco lleva 18 meses al frente del Gobierno, con las dificultades propias de un Gobierno minoritario. Sin embargo, en vez de sufrir un desgaste, su partido ha aumentado sus votos de modo impresionante: del 27% en,1983, y poco más en 1985, a la mayoría absoluta del domingo pasado. Una gran masa de portugueses ha sido sensible a logros económicos, debidos en parte a las ayudas derivadas de la integración en Europa.

El nombre de Partido Social Demócrata no debe engañar. Es un partido de centro-derecha, cuyos diputados en Estrasburgo están incluidos en el Grupo Liberal. El PSD ha ganado votos de diversa procedencia. Ha avanzado arrasando al otro partido de la derecha, el CDS. Pero un rasgo más significativo es, sin duda, la reducción a la mínima expresión del Partido Renovador (PRD), creado por el ex presidente Eanes para recoger, en un sentido progresista, el hastío de gran parte de la opinión ante las mezquinas luchas de partidos. Su fracaso ha sido evidente, y el cansancio se ha canalizado con un sesgo netamente conservador. Al debilitarse otras opciones de izquierda, parecía lógico, y así lo preveían los sondeos, que los comunistas, con un fuerte arraigo, conservasen sus votos. No ha sido así. Su descenso ha continuado: de 44 diputados en las elecciones de 1983 y 38 en las de 1985, se quedan ahora con 31. En cuanto al Partido Socialista Portugués, que ha sido durante tanto tiempo el pilar de la democracia portuguesa, se ha recuperado un poco del desastre que sufrió en 1985. Pero ello no puede disimular su descenso histórico: de ser el primer partido en 1983, con más del 36%. de los votos y más de 100 diputados, ahora es el segundo partido, con el 22% y 59 diputados.

La victoria de Cavaco Silva culmina un proceso de desgaste y agotamiento de una serie de valores progresistas surgidos de la revolución de 1974, y que luego se han degradado en proyectos contradictorios y tristes fracasos. Cavaco tiene una concepción de la democracia distinta, conservadora y autoritaria, y en ella se inspira su plan de reformar la Constitución. Aunque solo no dispone de los dos tercios de votos preceptivos para ello, su indudable hegemonía política le ayudará a lograr acuerdos con el propio partido socialista para una reforma que refuerce los poderes del Ejecutivo y elimine definiciones ideológicas. Portugal no entra en una etapa del todo nueva: Cavaco Silva gobierna desde hace un año y medio. Cabe esperar que ahora un Gobierno más estable sea positivo para la cooperación con España, sobre todo en aspectos económicos y de renovación de infraestructuras, importantes para el común proceso de incorporación a Europa.

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