Ronald Reagan
ha sido víctima de un alucinante enredo en el que se han visto implicados 10 millones de personas y centenares de periódicos, entre ellos EL PAÍS. El pasado domingo día 12, desde esta misma sección, se pedía el envío de postales para Buddy, un niño escocés de ocho años que se estaba muriendo de cáncer y había manifestado un último deseo de figurar en el Libro Guinness de los récords como la persona que mayor número de tarjetas postales había recibido. Para que los solidarios con la criatura pudieran ayudarle se incluía el apartado de Correos al que debían escribir. Dos semanas después se ha confirmado que Buddy no existe, que nadie recoge el correo en esa dirección postal y que se trata, en definitiva, de un monumental enredo a medio camino entre el malentendido y la tomadura de pelo. Esta historia ha llegado ahora a España, pero colea desde 1982, cuando un radioaficionado de Paisley (Escocia) difundió el mensaje del presunto Buddy. Cameron Black, guardia de seguridad, lo escuchó y ofreció su apartado de Correos para recibir las cartas, que él, a su vez, trasladaría al club de radioaficionados, y éstos, a Buddy. La llamada de ayuda fue publicada en la Prensa británica. Hasta el Parlamento tomó cartas en el asunto, y nunca mejor dicho, pidiendo ayuda para el niño. De esta forma, el apartado de Black empezó a recibir diariamente varios miles de tarjetas. Cuando trataron de hacérselas llegar a Buddy descubrieron el fraude, pero el asunto estaba ya fuera de control. Los pilotos de Air Canada y British Airways estuvieron leyendo el mensaje a sus pasajeros, por la megafonía de los aviones, durante varios meses. Éstos lo extendieron a Canadá, Estados Unidos y Australia, de donde, a través de los medios informativos, llegó a abarcar a casi todo el planeta. En 1983, el matrimonio Reagan se sumó a la iniciativa y envió la correspondiente postal a Buddy, cuyo texto decía: "Nancy y yo nos hemos enterado de que eres un nido buenísimo y rezamos por ti". Hace tres semanas, Trident, la revista oficial de la Marina canadiense, se hizo eco del mensaje. Tras leerlo en esa revista, el gabinete de información de la OTAN envió un télex a los países aliados para que se difundiera por toda la Alianza Atlántica. Fue de esta manera como llegó al Ministerio de Defensa español. Carlos Ramos, coronel destinado en la Dirección General de Relaciones Informativas y Socíales, envió una carta a este periódico, con su mejor voluntad, para pedir la difusión del mensaje, al objeto de que los españoles pudieran contribuir a una causa tan humanitaria. EL PAÍS, que también tiene su corazoncito, publicó gustoso el último deseo de Buddy, al igual que lo hicieron la mayoría de los periódicos de todo el mundo. El inexistente niño continúa recibiendo unas 20.000 cartas diarias, y en la olficina postal de Paisley están verdaderamente desesperados. Han recibido más de 10 millones de tarjetas. Los empleados de Correos han optado, finalmente, por quemarlas todas.
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