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Un testigo afirma que un policía le quitó las esposas a la víctima tras recibir el balazo

Juan José Rico Zamorano, testigo presencial de la muerte de Felipe Domínguez, declaró ayer ante el juez que un policía de paisano le quitó las esposas a la víctima una vez que había recibido el tiro que acabó con su vida. El juez también tomó declaración al autor del disparo, Adolfo Palenciano, y al joven detenido junto a la víctima, José Luis García Hernández. La delegada del Gobierno en Madrid, Ana Tutor, asistió a parte de los interrogatorios. El miércoles se llevará a cabo la reconstrucción del caso en el lugar de los hechos.

Juan José Rico y su hermano Enrique se dirigían al parque cuando fueron rebasados primero por el perseguido Felipe Domínguez, y luego, a cinco o seis metros, por el policía Adolfo Palenciano. El desenlace y la muerte del joven se produjeron a pocos metros del testigo (él mismo afirmó que lo vio todo perfectamente) , cuyo testimonio ha sido calificado de fundamental por la acusación particular. "El muchacho", afirmó Rico, "corría esposado, seguido por un policía de uniforme (Palenciano) y otro de paisano, cuando, tras escucharse un disparo, el muchacho se paró en seco. Al llegar Palenciano a la altura del perseguido, ya muy juntos, el muchacho se volvió haca él, y el policía, que llevaba el arma en la mano derecha, bajó el brazo y se produjo un disparo, no sé si fortuito o no".Rico, de 20 años de edad, añadió que el segundo policía, de paisano, llegó un instante después, sacó unas llaves y le quitó las esposas al cadáver.

Adolfo Palenciano, autor del disparo, declaró antes que el testigo Juan José Rico. El juez Pedro Cano-Maíllo ordenó que se hiciera en los pasillos de la planta superior del edificio del juzgado un simulacro de los hechos ocurridos el 16 de junio.

El simulacro se repitió tres veces y, según afirmó Fernando Salas, abogado de la familia, no se pudo demostrar la versión del policía, según la cual el joven chocó con el agente, le agarró por un hombro y al volverse el perseguido se le disparó el arma accidentalmente. "De haber sido así, y tal como lo demostró el simulacro", afirmó Salas, "la bala habría entrado por el lado contrario".

El abogado anunció que la acusación particular, en espera de que se aclare si hubo o no homicidio, pedirá el procesamiento de Palenciano por un presunto delito de imprudencia temeraria con resultado de muerte.

El simulacro y el interrogatorio al policía se realizaron después de que los periodistas y el público fueran desalojados del edificio. Un grupo numeroso de agentes de paisano montaron todo un dispositivo de seguridad, saliendo en grupos dispersos sucesivamente, para confundir a los periodistas e impedir que se pudieran tomar fotografías de Palenciano.

Según Fernando Salas, Palenciano, vísiblemente nervioso, se contradijo en su declaración de ayer con respecto a la que hizo días atrás. "Además de que se comprobó visualmente que su versión de los hechos es muy difícil de creer, Palenciano dijo que no puede asegurar si Domínguez había logrado o no zafarse de las esposas, como afirmó categóricamente con anterioridad".

Ausente de su domicilio

El policía, que se halla suspendido temporalmente de funciones, se encuentra ausente de su domicilio desde el día siguiente al de la muerte de Domínguez.Salas afirmó que José Luis García, compañero de detención de la víctima -al que la policía no permitió hablar con los periodistas-, declaró ante el juez que uno de los policías que recogieron a Domínguez en la comisaría para llevarle a la Casa de Socorro, tras preguntar quién había intentado escapar el día anterior -García lo había intentado, sin conseguirlo-, le espetó: "Si me haces eso a mí te pego un tiro en la cara que no lo cuentas". García Hernández tenía inflamada la mejilla izquierda.

Adolfo Palenciano está casado con Soledad Moreno Yepes y tiene tres hijos. Ayer, vecinos suyos afirmaron que el policía estaba tranquilo la noche de la muerte del joven: "Es un hombre de carácter muy tranquilo. Es raro verle nervioso", afirmó una mujer, amiga del matrimonio. "Adolfó es un hombre muy amable y buena persona. Nunca hemos oído que se lleve mal con nadie".

Otros vecinos abundaron en esa opinión, aunque también hubo personas, que le conocen de vista de los bares de la zona, que resaltaron su afición a la bebida y su carácter altanero cuando vestía uniforme.

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