Un verdadero amor

En la película de hoy Jennifer Jones va de oriental. Una doctora en Hong Kong, todo corazón -y el corazón va a tener aquí su importancia, toda su importancia-, que conocerá durante un party a un apuesto corresponsal de guerra que prenderá la mecha de su amor. Un amor imposible por los recelos de las capas sociales que frecuentan, por culturas opuestas y modos de vida opuestos. Pero, al fin y al cabo, un amor, un gran amor, un verdadero amor. La colina del adiós, realizada por Henry King en 1955, es un monumento de sabiduría al arte de hacer actuar el lagrimal. Una película correctamente edificada desde una óptica artesanal y atractivamente interpretada por William Holden (a quien los marcos asiáticos le iban en cantidad: Los puentes de Toko-Ri, El puente sobre el tío Kwai, El mundo de Suzie Wong ... ) y Jennifer Jones, un tándem de agudas truculencias cinematográficas, esas que nacen de una tez morena, unos ojos achinados que nos hablan con la mirada de cuánto han sufrido y cuánto aman, y unos perfectos toques de intolerancia alrededor para que todos podamos compadecer a los sufridos amantes, permanecer a su lado 100 minutos -toda la vida si hiciera falta- y llorar como espectadores lo que ellos no han sabido llorar como personajes.Tanto amor en una pantalla se recompensa. Los de la Academia le dieron un oscar al mejor diseñador de vestuario en color (magníficos colores, eso sí), Charles Le Maire; al mejor compositor, Alfred Newman, y a la mejor canción, escrita por Sammy Fain con letra de Paul Francis Webster. El tema se llama igual que la película en el original, Love is a many-splendored thing, y ustedes lo reconocerán porque engancha y todavía hoy suenaL por ahí. Maravilloso amor, truculenta y bonita película.

La colina del adiós se emite hoy a las 21.15 por TVE-1.