Siempre desde lejos

La vida de Corpus Barga puede ser vista también como la de un viajero, y entonces es difícil elegir entre el vuelo que hizo en 1919 desde París a Madrid a bordo de un bombardero sin cabina ni brújula, el que hizo como viajero en la primera incursión del Zeppelin por Suramérica, en 1930, o cuando cruzó la frontera con Antonio Machado y lo acompañó hasta Collioure. Fue quien más ayudó al poeta en sus primeros tiempos de exilio, dice Ramoneda, pues tenía múltiples contactos de sus viajes anteriores. Las crónicas de los dos primeros viajes se publicarán ahora en Un viaje del año 19, un viaje del año 30 y otros viajes (Júcar).Quienes lo conocieron o lo han leído destacan su intransigente independencia. La República fue su único carné. No perteneció nunca a ningún partido, condición de su distancia como periodista, ni aceptó ninguno de los varios cargos que le ofrecieron durante la II República, justo los años que pasó en España como corresponsal de La Nación. Aguantó hasta el final de la guerra civil y marchó con los perdedores a Valencia, Barcelona y Francia, de donde viajó a Perú tras la II Guerra Mundial.

La obra de Corpus Barga refleja su tiempo como pocas, y ésta no es retórica. Pocos periodistas pueden decir que se han entrevistado con Churchill, Lenin, Hitler, Mussolini, Pío XI, Rodin, y pocos asistieron desde dentro a las dos guerras mundiales y a la de España y compartieron el exilio de los perdedores.