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El Papa inicia mañana su tercera visita a Polonia bajo el sígno de la 'normalización'

Juan Arias

Juan Pablo II vuelve mañana, lunes, por tercera vez a su tierra natal de Polonia, donde permanecerá hasta el día 14. En su primera visita, el Papa estuvo en Polonia nueve días, del 2 al 10 de junio de 1979. La segunda, ocho, del 16 al 23 de junio de 1983. Esta vez se detendrá sólo siete días. Pero por vez primera podrá visitar Gdansk, corazón del disuelto movimiento sindical Solidaridad, que había sido el primer sindicato libre en el bloque soviético. Sin embargo, este tercer viaje por tierras de Polonia se presenta bajo el signo de la normalización.

Existe un gran interés, tanto por parte del Gobierno como de la Iglesia, en que la visita papal se desarrolle sin grandes tensiones ni problemas. No faltarán, se piensa, algunos intentos de manifestaciones, incluso violentas, provocadas por la parte dura del régimen, o por algunos grupos extremistas de la oposición, para demostrar ante la Prensa internacional que Solidaridad no está muerto.Pero esto es algo con lo que cuentan tanto el régimen como la Iglesia, dispuestos ambos a controlar al máximo cualquier posibilidad de contestación.

Por parte del líder polaco, general Wojciech JaruzeIski, su mayor esperanza es demostrar que la Iglesia es una fuerza nacional, pero de orden, capaz incluso de normalizar una situación que había llegado a ser explosiva. Y lo mismo interesa a la Iglesia, sobre todo en este momento de deshielo soviético. Juan Pablo II, en efecto, desea penetrar en la inexpugnable fortaleza que para el Vaticano es la Unión Soviética, para ir, por lo menos, hasta Lituania el año próximo para celebrar el primer milenio del cristianismo en Rusia.

Pero para ello una buena tarjeta de visita podría ser la calma en Polonia. Si, después del primer viaje a Polonia, el Papa Wojtyla fue acusado por el Kremlin de haber desestabilizado Polonia alimentando, en vez de apagarlo, el fuego de Solidaridad, hoy, con un tercer viaje tranquilo y con el espaldarazo que con él dará a Jaruzelski -hombre de la declaración del estado de guerra como mal menor-, Juan Pablo II podría aparecer como menos peligroso incluso para Moscú.

Exigencias de la Iglesia

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Pero hay más. La jerarquía católica polaca ha presentado a la aprobación del Gobierno de Varsovia un estatuto jurídico de la Iglesia muy exigente. Tanto que Jaruzelski aún no lo ha querido firmar. La Iglesia pide, entre otras cosas, libertad total de asociación para ella y total libertad de prensa.

Por su parte, al régimen polaco le interesa estrablecer relaciones diplomáticas con la Santa Sede. Roma lo sabe y quiere aprovechar esta circunstancia para sacarle a Varsovia lo más posible. Por eso se espera a que concluya este viaje -si sale bien, como se piensa- para volver a plantear el problema, pasando una factura más cara. Es todo un juego de compromisos recíprocos, de los que ambos, Vaticano y Varsovia, intentan sacar la mayor tajada posible.

Por lo pronto, el Papa ha aceptado que en el programa oficial no figuren los dos actos que hubiesen tenido mayor resonancia popular: el encuentro con Lech Walesa en Gdansk y su visita en Varsovia a la tumba del sacerdote asesinado, Jerzy Popielusko. Sólo después de que hayan sido realizados dichos actos, la Prensa será informada. Por su parte, la Iglesia ha arrancado 36 horas de transmisión en directo en TV de los otros actos de la visita papal, durante los siete días de gira del papa Wojtyla por Polonia.

En cuanto a los discursos, parece ser que Juan Pablo II se moverá en dos niveles. Si bien pedirá de nuevo mayor respeto hacia los derechos humanos, condenará la falta de libertad real de los polacos y defenderá la libertad sindical, hará también, y sobre todo -cosa que agradará mucho al régimen-, un vigoroso llamamiento a a la vuelta de los polacos a los valores fundamentales morales.

Así, hablará contra el alcoholismo, contra el absentismo laboral, contra la corrupción, y exhortará a sus conciudadanos a esforzarse en crear un país más desarrollado y limpio moralmente, condenando, como lo ha hecho en otras partes, el divorcio y el aborto, dos plagas que aprietan hoy fuertemente a la sociedad polaca.

Juan Pablo II -así se lo han transnmitido- vuelve a Polonia en un momento de profundo desencanto general de la población. Ni siquiera Walesa es a visto como un mito. Los polacos no creen hoy casi en nada. Sólo en su Papa tienen aún esperanza. Un sondeo ha revelado que el 78% de los polacos ve en Juan Pablo II la primera razón de esperanza para el país. Y el primer Papa eslavo de la historia quiere aprovecharlo para darles una inyección de optimismo, pidiéndoles al mismo tiempo que aprieten las filas para hacer de Polonia un país menos pobre, más, libre y más ejemplar moralmente.

Los sociólogos católicos polacos han revelado estos días que existe un profundo divorcio entre la religiosidad polaca, como identidad nacional que abarca al 90% de la población, y la aplicación en el campo ético de dicha religiosidad, donde sólo una minoría proyecta su fe en la vida práctica de cada día observando los mandamientos y donde sólo un 30% practica los sacramentos.

Programa del viaje

En los siete días que pasará en Polonia, esta vez Juan Pablo II visitará Varsovia, Lublin, Tarnow, Cracovia, Szczecin, Gdynia, Gdarisk, Czestochowa y Lodz.

Parece ser que con Walesa se encontrará dle forma privada, y sin anunciarlo, en Gdansk. Irá a rezar, también privadamente, a la tumba del sacerdote Popielusko el último día, domingo 14, por la mañana temprano, antes de empezar la jornada.

En total, Juan Pablo II recorrerá esta vez 7.201 kilómetros, de los cuales, 4.599, serán dentro de territorio polaco.

El mismo día de su llegada, por la tarde se entrevistará oficialmente con el presidente del Consejo de Estado de Polonia, general JaruzeIski, en el castillo real de Varsovia. Está previsto que el Papa pase dos horas dentro del castillo real.

El motivo oficial de este tercer viaje a Polonia es la celebración en Varsovia del Congreso Eucarístico Nacional. Esta vez, la mayor parte de los discursos los ha escrito personalmente el Papa mismo en su lengua original, aunque, como ocurrió en las visitas anteriores, improvise párrafos cuando se encuentre ante la muchedumbre.

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