La política de defensa resta posibilidades de victoria a los laboristas británicos
Una vez más, como ya ocurrió en 1983, la política de defensa le puede costar las elecciones al Partido Laborista. Porque como acaba de señalar un influyente periódico, The Glasgow Herald, lo que tendrán que decidir los electores el próximo día 11 es si el Reino Unido continuará siendo una potencia nuclear. Los datos no pueden ser más explícitos. Al final de la segunda semana de campaña electoral los laboristas han parado su avance frente a los conservadores, después de haber conseguido en la primera semana y media acortar sensiblemente la distancia que les separaba del partido de la primera ministra, Margaret Thatcher.
La opinión unánime de los analistas es que el parón laborista ha coincidido precisamente con el debate público de las diferentes políticas de defensa patrocinadas por los diferentes partidos. Las últimas encuestas vuelven a poner a los tories (conservadores) entre 12 y 8 puntos por delante de los laboristas. Esta situación daría a la señora Thatcher, caso de repetirse el día de las elecciones, una mayoría de entre 40 y 60 diputados.Todos los esfuerzos realizados por el líder laborista, Neil Kinnock, y los miembros de su estado mayor a lo largo de la última semana para intentar concentrar la atención de los medios de comunicación y del público en lo que califican de, problemas reales" que afectan al país, como el paro, el estado de la sanidad y de la seguridad social, resultaron vanos. Los temas de defensa dominaron los medios de comunicación de forma casi obsesiva.
El temporal lo desató una breve y desafortunada referencia de Kinnock en una entrevista televisiva a "la resistencia que opondría el pueblo británico a una eventual invasión, resistencia que haría la ocupación totalmente insostenible". En mala hora se le ocurrió hablar de invasión y ocupación. Políticos y periodistas saltaron contra él como un perro hambriento ante un hueso y se negaron a soltarlo en toda la semana.
El Partido Laborista, cuya defensa del unilateralismo total fue una de las causas principales para su derrota de 1983, había aprendido la lección y bajo la batuta de Kinnock había limitado esta vez el unilateralismo a las armas nucleares británicas y a las norteamericanas en territorio del Reino Unido,al tiempo que proponía un reforzamiento de su contribución a la Alianza Atlántica con el compromiso de invertir en la mejora de su armamento convencional lo que ahorrase con su eliminación de las armas nucleares.
Kinnock se comprometió el Miércoles a retirar del servicio activo los cuatro submarinos armados de cohetes Polaris que constituyen en la actualidad la fuerza disuasoria nuclear británica y a cancelar el pedido de la nueva generación de los Trident. Al mismo tiempo aclaró que no solicitaría la protección del paraguas nuclear norteamericano.
Disparo de salida
La señora Thatcher, que deliberadamente había esperado que otros trataran antes el tema de defensa, arremetió el jueves contra el líder del Partido Laborista. "La verdad es que las guerrillas tienen el mismo poder para vencer a las fuerza convencionales que éstas para imponerse a las fuerzas nucleares ( ... ). Europa fue liberada de la ocupación nazi no por los movimientos de resistencia [una contestación a la referen cia de Kinnock sobre la lucha guerrillera contra la ocupación extranjera], sino por ejércitos aliados con las armas más modernas", manifestó la señora Thatcher, para quien "nunca antes de ahora ha ofrecido el Partido Laborista una política de defensa tan temeraria".El ataque de la primera ministra fue como el disparo de salida para los ataques contra Kinnock procedentes de todos los políticos que no son de su partido. Y por si el clima no es taba suficientemente caldeado parió la abuela.
Preguntado en una conferencia de prensa con periodistas europeos sobre su opinion del unilateralismo nuclear labo rista, el presidente Ronald Reagan manifestó que aunque diversas Administraciones norte americanas habían trabajado sin problema con anteriores Gobiernos socialistas, trataría por todos los medios de "persuadir a ese Gobierno en este caso de que no cometiera ese lamentable error".
Hasta ahora, según demuestran los sondeos de los últimos cuatro días, la defensa apasionada hecha por Kinnock de la eliminación de la defensa nuclear británica y del abandono del paraguas nuclear norteamericano y en pro de un reforzamiento de las armas convencionales no sólo no ha hecho mella en la mayoría de la opinión pública, sino que ha demostrado que este país no parece dispuesto a olvidar por ahora la dolorosa experiencia de 1939, cuando, por haber esposado lapolítica de apaciguamiento de Neville Chamberlain, el Reino Unido tuvo que mantenerse sola durante dos años frente a la agresión hitleriana.
Quedan 10 días de campaña electoral y tiene que llover todavía mucho en el terreno de los sondeos de opinión. Pero es evidente que, como ocurrió en 1983, el laborismo sigue siendo vulnerable en los temas de defensa.
Si después de varios días parando golpes por su política de defensa, Neil Kinnock tiene que continuar esta tercera semana de campaña electoral a la defensiva en temas tan conflictivos para la opinión pública como la influencia de los extremistas en su partido y el coste de su programa económico expansionista, los intentos de parar la carrera de Margaret Thatcher hacia una tercera victoria consecutiva en las urnas, el próximo día 11, pueden resultar inútiles
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