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Pasqual Maragall: "Hemos enseñado a la gente a soñar"

"La derecha no hubiera dialogado con los vecinos. Les habría regalado cosas para que callaran", afirma el alcalde de Barcelona

El futuro de Barcelona comenzó, para Pasqual Maragall, antes del 17 de octubre de 1986, aunque fuera ese día -con la designación de la ciudad para los JJ OO- cuando los barceloneses vieron con mayor nitidez la línea del horizonte. "Al ir por el mundo explicando qué era Barcelona y lo que pretendíamos, cimentábamos ya el porvenir", explica Maragall. "Modestamente, creo que hemos enseñado a la gente a soñar", afirma en una entrevista concedida a EL PAÍS.

Pregunta. Convergència le acusa con frecuencia de pretender convertir al Ayuntamiento de Barcelona en un contrapoder de la Generalitat. ¿Su formulación metropolitana esconde una estrategia personal para convertirse en alternativa de Jordi Pujol?Respuesta. No. Y no también a la premisa. Lo que hay es una comprensible necesidad de protagonismo por parte de la Generalitat, que es un poder relativamente nuevo que tiene que reafirmarse. Eso le lleva a una actitud enfermiza de percibir todo lo que no es acatamiento como una especie de contrapoder.

P. ¿Las tensiones entre Ayuntamiento y Generalitat revelan que municipalismo y autonomismo son incompatibles o son un episodio más de la guerra entre CiU y PSC?

R. Si no hay conflicto, no hay país; pero si se extrapolan los conflictos, tampoco. Esto es lo que está sucediendo en estos momentos. Lo único que admitiría es que si las cosas hubieran ido mejor, Barcelona debería haber ofrecido, en su condición de símbolo, un gran compromiso histórico entre el Gobierno de Barcelona y el Gobierno de Cataluña.

El juego de manos

P. Su mandato se ha caracterizado probablemente por la innovación. Se creó Iniciatives, una compañía para promover proyectos ambiciosos; se ha puesto el énfasis en la promoción de la ciudad... Pero la rehabilitación de Ciutat Vella, el sector más degradado de la ciudad, no ha dado resultado, sus efectos son poco visibles...R. ¡Y tan poco! ¡Como que la rehabilitación de Ciutat Vella se aprobó en diciembre 1986, un año y medio después de pedirlo yo y seis meses después de haberlo reclamado por carta al presidente de la Generalitat ... ! Y hoy aún quedan algunos trámites burocráticos pendientes, pues las subvenciones de la Generalitat son demasiado pequehas.

P. CiU le acusa de esconder, tras la innovación, su fracaso en lo más tradicional de la gestión de un Ayuntamiento.

R. La derecha hace una regla de tres muy simplista: "Dado que han hecho lo que no debían y que nosotros haríamos mejor (cosa falsa, como se ha demostrado), seguramente deben haber dejado de hacer aquello que se les supone, y que nosotros no sabemos hacer".

Si a esto se le añade que en la práctica no existe entre el ciudadano la hipersensibilidad fiscal, resulta que la derecha va proponiendo el programa social de izquierdas.

Es un juego de manos: han decidido imputar a la izquierda la falta de fidelidad a sus propias ideas, acusarnos de falta de coherencia.... No es cierto y puedo demostrarlo.

P. ¿En qué se diferencia, a su juicio, una gestión municipal de izquierdas de una de derechas?

R. Es una diferencia de matiz. La derecha se basa en la desconfianza y, por tanto, en el realismo. La izquierda, en la confianza y, por tanto, a veces, en cierta ingenuidad. La izquierda confia en la gente; la derecha, en el individuo. Cuando la izquierda madura, sabe que para que el conjunto avance es bueno movilizar las energías individuales.

P. Las diferencias aplicadas al urbanismo, ¿qué representarían?

R. No hubiera habido diálogo con los vecinos, y, por tanto, habrían comenzado regalando una serie de cosas a los ciudadanos para que se callaran. La derecha no acabaría los cinturones de circunvalación, ni los túneles. Sus planes son productos de laboratorio, no de ingeniería social.

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