La alianza de socialdemócratas y liberales británicos se queda atrás en la carrera electoral
Hace una semana, las elecciones generales británicas tenían todas las trazas de convertirse en un paseo triunfal para los conservadores gracias a su abrumadora ventaja en las encuestas de opinión. Una semana de campaña ha cambiado el panorama, y aunque las encuestas siguen apuntando a una victoria conservadora recortada, la carrera vuelve a tener los dos caballos tradicionales, conservadores y laboristas, con el tercer contendiente, la alianza de liberales y socialdemócratas, a demasiados cuerpos de distancia para poder tener cualquier incidencia, por ahora, en el resultado final.
Tras una semana de presentación de programas y lanzamiento de la campaña por parte de las primeras estrellas de las tres formaciones -Margaret Thatcher, por los tories; Neil Kinnock, por los laboristas, y David Steel y David Owen, por la Alianza-, una encuesta de encuestas, publicada ayer por el Sunday Times con el porcentaje medio de los últimos cinco sondeos, coloca a los conservadores en primer lugar con el 43% de la intención de voto, una baja de un punto desde la convocatoria electoral; en segundo puesta, a los laboriltas, con el 33%, un alza de tres puntos; y a la Alianza, con el 23%, exactamente tres, puntos menos.Los datos, según los analistas, son alentadores para los laboristas y muy descorazonadores para liberales y socialdemócratas, cuyo líder, David Owen, confesó el sábado, en un arranque de sinceridad, que la Alianza precisaba "algo de suerte".
Aunque la Alianza -formada por liberales y socialdemócratras con la esperanza de romper el monopolio de poder que el sistema electoral mayoritario conce de al bipartismo conservador y laborista- inició la carrera electoral seis puntos por encima del porcentaje que las encuestas le asignaban en las últimas elecciones generales, hasta el momento su impacto en el electorado ha sido mínimo. Incluso, en contra de las recomendaciones de los estrategas aliancistas, el líder liberal, David Steel, anunció ayer que, a partir de hoy, tanto él como Owen realizarían campaña por separado, en lugar de juntos, como lo han hecho desde el principio.
Los laboristas no ocultan su satisfacción por su ascenso en las encuestas, hasta el punto de que un superentusiasmado Kinnock se ha atrevido a predecir que su victoria será más amplia que la conseguida por el laborismo en 1945, la mayor desde que los laboristas formaron Gobierno en 1924. Los conservadores, deliberadamente, han escogido empezar los últimos la campaña electoral para no quemar antes de tiempo a la primera ministra, que sólo se lanzó a la contienda el viernes con un recorrido por el noreste de Inglaterra en su autobús azul blindado y con todos los adelantos de la electrónica a bordo, que ha sido bautizado por los periodistas como el Maggiemóvil.
Las diferencias en las campañas de los dos partidos tradicionales son casi tan abismales como sus programas políticos, a pesar de que en el laborista no figuran ni siquiera una vez los términos socialismo o socialista.
Los tories han querido defenderse de las acusaciones de "autoritaria, dominante y mandona" hechas a la señora Thatcher presentado una imagen de equipo, que quedó plasmada en la presentación del programa electoral conservador, cuando la primera ministra se presentó con sus 10 colaboradores más cercanos e invitó a los periodistas a dirigir sus preguntas, según los temas, a los ministros correspondientes.
Por el contrario, los laboristas han concentrado todos sus esfuerzos en Kinnock, resaltando su juventud -tiene 45 años-, su preocupación social y su control total del partido, esto último para evitar los previsibles ataques de los demás grupos de que el laborismo está en manos de lo que se ha dado en llamar la loony left o izquierda loca.
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