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Digestiones en carne viva

Millón y medio de españoles padecen úlcera de estómago o de duodeno

Los cambios climáticos propios de otoño y primavera propician la manifestación de las úlceras de estómago o duodeno. Aproximadamente un millón y medio de personas padecen en España esta enfermedad, con un coste anual de 80.000 millones de pesetas para la Seguridad Social. Relacionada tanto con factores genéticos como con las condiciones de vida, en varios estudios se ha puesto de manifiesto que la incidencia de las úlceras está disminuyendo en los países desarrollados. Aumentando, en cambio, en los países en vías de desarrollo.

La úlcera está considerada como una de las enfermedades más extendidas en el mundo occidental. Según estimaciones, un 10% de los hombres y un 5% de las mujeres padecen úlcera gástrica o duodenal. Actualmente se habla de úlceras duodenales en plural, ya que podría tratarse de varias enfermedades con un origen genético diferente, pero con una expresión clínica común. De hecho se identifican varios subtipos genéticos de úlcera duodenal. Además, el hecho de que del 20% al 50% de los sujetos con úlcera duodenal tengan algún antecedente familiar indica que existen factores constitucionales heredados que predisponen a la aparición de la enfermedad ulcerosa.A las úlceras duodenales y gástricas se las ha denominado clásicamente pépticas por el papel que juega la pepsina, segregada por el estómago en la producción de la ulceración. Se cree que están también implicadas alteraciones tanto de los llamados factores agresivos de la mucosa (la secreción ácida gástrica) como de los defensivos (la llamada barrera mucosa).

El síntoma más característico de la enfermedad es el dolor (o la sensación de ardor, pesadez o hambre dolorosa), que suele localizarse en el epigastrio (boca del estómago) y tiene un ritmo horario que coincide con el ciclo de producción de ácido, es decir, el dolor se inicia antes de comer y reaparece de una a tres horas tras las comidas y después de acostarse, aliviándose al ingerir alimentos; el dolor también tiene un ritmo estacional, preferentemente en primavera y otoño. La sensación dolorosa suele aliviarse al tomar alcalinos. Sin embargo, no son raros los casos en que el dolor aumenta al comer, e incluso puede no haber dolor, sino síntomas inespecíficos, como hinchazón del abdomen tras las comidas, pesadez de estómago, náuseas, etcétera.

Son especialmente proclives a padecer esta dolencia las personas que sufren estrés o trabajan habitualmente en situaciones de tensión. Este factor psicológico o psicosomático de la enfermedad ulcerosa se ha puesto de manifiesto con diversos estudios clínicos que recogen una elevada incidencia de cicatrizaciones de la úlcera obtenidas con placebos.

Actualmente se sabe que no es necesaria la hospitalización de un enfermo ulceroso, salvo en casos de complicación, porque el internamiento no aumenta el índice de cicatrización. Con el tratamiento médico habitual sólo se puede esperar controlar con mayor o menor éxito los síntomas, pero no curar la enfermedad, que es recurrente. El seguimiento de una úlcera gástrica debe ser más riguroso que el de una duodenal, por la posibilidad que, aunque remota, existe de malignidad asociada.

Dieta

Generalmente se utiliza la dieta como uno de los factores que ayudan a controlar las moslestias propias de la úlcera, pero no existen estudios bien realizados que demuestren que una dieta blanda y otro tipo de dieta ayuden en la curación. Sólo deben prohibirse aquellas comidas que causan disconfort al paciente. Es erróneo, por ejemplo, considerar que la ingestión frecuente de leche es un factor protector de la úlcera o, al contrario, que los zumos de frutas y especias son factores agresivos.El potencial ulcerógeno del café, tabaco y alcohol es cuestionable, aunque es recomendable al menos moderar su consumo. Sí se debe evitar la aspirina y sus derivados, ya que existe evidencia científica de que puede ser un factor de riesgo.

Uno de los tratamientos médicos más clásicos ha sido el empleo de antiácidos, cuya eficacia clínica está ligada a su capacidad para neutralizar la acidez gástrica en los intervalos entre las comidas. Utilizados a dosis adecuadas, cicatrizan las úlceras en cuatro a seis semanas de tratamiento en un alto porcentaje de casos. Existe otro tipo de fármacos más modernos, pero de eficacia similar a la de los antiácidos, que se llaman antagonistas de los receptores H2, como son la cimeticina y la ranitidina, que disminuyen la secreción gástrica. Estos fármacos, al bloquear dichos receptores en las células gástricas, evitan que sean estimulados por diversas sustancias y alimentos que tienden a aumentar la secreción ácida. Los resultados son superiores en las úlceras duodenales que en las gástricas. Como en el caso de los antiácidos, tampoco existe evidencia probada de que eviten las recurrencias de la enfermedad al utilizarse profilácticamente tras los períodos de tratamiento.

Las investigaciones actuales van orientadas a buscar fármacos que potencian el efecto protector sobre la mucosa gastroduodenal, si bien hasta ahora los estudios realizados no son suficientemente amplios como para poder corroborar su utilidad y la ausencia de efectos secundarios a largo plazo.

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