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Reportaje:LAS ELECCIONES DEL 10 DE JUNIO

La activa labor de los novatos

60 'eurodiputados' españoles agotan en junio una presencia en Estrasburgo limitada a año y medio

Javier Rivas

JAVIER RIVAS ENVIADO ESPECIAL, El 13 de enero de 1986, 60 parlamentarios españoles llegaban a Estrasburgo como primeros representantes de España en el Parlamento Europeo, 12 días después del ingreso formal de nuestro país en la Comunidad Europea (CE), y con la peculiaridad de su elección por las Cortes y no por sufragio directo. Los 60 eurodiputados españoles iniciaban una etapa que, de alguna manera, finaliza con las elecciones del próximo 10 de junio. Han sido 16 meses de trabajo marcados por la necesidad de cimentar la presencia de España en la CE como nuevo miembro. Cerca de año y medio de provisionalidad, cuyo punto más destacado estuvo en la posibilidad frustrada de que el socialista Enrique Barón ocupase la presidencia de la Cámara.

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El 20 de enero de 1987, la ausencia de apoyo de los eurodiputados españoles de derechas a la candidatura de Enrique Barón impedía que éste lograse la presidencia del Parlamento Europeo, presidencia que recayó en el conservador británico sir Henry Plumb, con los votos, entre otros, de los parlamentarios españoles del Grupo Popular, liderados por Fernando Suárez y quienes podían haber inclinado la balanza en favor de Barón.Diversas fuentes del Parlamento señalan que esa falta de apoyo provocó una tensión entre los socialistas y los conservadores españoles, tensión que, no obstante, se superó pronto. Para las mencionadas fuentes, los socialistas españoles y el propio Barón "pagaron la novatada" y tuvieron bastante responsabilidad en su derrota. "No reclamaron el voto de los otros españoles, y ni siquiera se dirigieron a ellos. Barón confiaba en que, por ser español, tenía ganado, de entrada, el voto de todos los eurodiputados españoles, incluso los de derechas, y que no tenía que mantener contactos ni pactar con ellos", agregan dichas fuentes. Y como dijo entonces un diputado del Grupo Popular, "esto no es la carrera de San Jerónimo".

Sin embargo, la no elección de Barón como presidente de la Cámara de Estrasburgo no ha incidido negativamente en el trabajo de la representación española ni ha creado divisiones en el seno de la misma, según la opinión de los diferentes eurodiputados consultados por este periódico.

La unidad en el trabajo y el relativo olvido de las diferencias políticas nacionales, superior, incluso, al existente entre los eurodiputados de otros países, es destacada como una de las características de los 16 meses de labor española tanto por funcionarios de la Cámara como por los propios eurodiputados.

"Los representantes españoles han trabajado a un ritmo mayor para demostrar y recalcar la presencia de España en el Parlamento, con una voluntad de no quedar al margen y de intervenir en todas las discusiones", opina el senador y eurodiputado socialista Carlos Barral, quien, para demostrar lo dicho, recuerda y se sorprende de que él mismo llegase a intervenir en la Comisión de Medio Ambiente en una cuestión tan ajena a sus preocupaciones personales y políticas como son las mariposas de Nueva Guinea.

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Esa vocación de trabajo ha sorprendido en Estrasburgo entre las representaciones de otros países, y el propio Egon Klepsch, presidente del Partido Popular Europeo (PPE, el grupo democristiano, segundo en importancia en la Cámara, después de los socialistas), la resaltaba, en conversación informal con periodistas españoles, como uno de los hechos principales del período que el 10 de junio termina.

Provisionalidad española

"Se ha abierto el camino con dignidad", considera el diputado de Unió Democrática de Catalunya, integrado en el PPE, Josep Antoni Durán i Lleida. "Los diputados de otros países creen que la colaboración española ha sido muy positiva, primero porque ha aportado savia nueva al europeísmo y segundo por una capacidad de trabajo, en unos mayor y en otros menor, pero demostrada por todos".

Los 16 meses de trabajo han sido, de alguna forma, provisionales, tanto por la forma de elección de los 60 eurodiputados españoles (no por elecciones directas, sino según la representación que cada grupo tenía en las Cortes nacionales en enero de 1986) como por el hecho de que esas elecciones directas habrían de producirse inevitablemente en un momento u otro. "Las elecciones del 10 de junio", indica un diputado democristiano, "acabarán ahora con esta provisionalidad que ha influido en que no hiciéramos aquí lo que debe hacer un diputado del Parlamento Europeo". Aunque también el 11 de junio se abrirá otro período atípico hasta 1989, en que deberá haber elecciones europeas en todos los países de la CE. Será entonces cuando los eurodiputados españoles entren ya en la normalidad del mandato de cinco años.

Por esto, Durán i Lleida considera que en cierta medida es un error la convocatoria de los comicios de junio. "Deberían haberse convocado en el mismo momento de nuestro ingreso o haber esperado hasta 1989 y que coincidieran con las de todos los países de la Comunidad", manifiesta el parlamentario catalán.

Sin embargo, la impresión general sobre los eurodiputados españoles es positiva para los funcionarios del Parlamento consultados. La presencia española ha servido para reequilibrar el papel de los países mediterráneos en la Comunidad Europea y para potenciar la economía y las opciones políticas de estas naciones frente al papel preponderante del Reino Unido, la República Federal de Alemania y los países centroeuropeos. La labor de los eurodiputados españoles en relación con Latinoamérica es otro de los datos ampliamente destacados en el plazo que ahora finaliza.

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Sobre la firma

Javier Rivas
Forma parte del equipo de Opinión, tras ser Redactor Jefe de la Unidad de Edición y responsable de Cierre. Ha desarrollado toda su carrera profesional en EL PAÍS, donde ha trabajado en las secciones de Nacional y Mesa de Cierre y en las delegaciones de Andalucía y País Vasco.

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