Libertad esclava
Al leer en EL PAIS del día 1 de mayo la reseña tan totalmente negativa de Lutero o la libertad esclava me di cuenta que tenía que verlo: o era en efecto malísimo o tenía que ser algo excepcional, más allá de las modas vulgares. Y ahora, habiéndolo visto, pienso volver a verlo: es una obra de rigurosa unidad clásica que ilumina póéticamente la crisis fundamental de la cultura occidental con una dialéctica dramática digna de Sófocles o de Racine. En el aburrido panorama tradicional del teatro madrileño, basado en la risa forzada y la titilación frívola, es para mí alentador y confortante ver que puede aparecer de cuando en cuando una originalidad tan deslumbradorá. Presidente de la Asociación Internacional de Hispanistas.
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