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Tribuna:ANTE EL PRIMERO DE MAYO
Tribuna
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Luchemos por la solidaridad

Este Primero de Mayo de 1987 se ha de celebrar en un momento en que suceden hechos significativos que afectan -a los trabajadores y trabajadoras españoles, así como al marco de actuación del movimiento obrero.Por una parte, la fuerte conflictividad provocada por la intransigencia empresarial ha afectado a quienes somos usuarios de servicios públicos -y los sindicatos lo lamentamos, ciertamente-, aunque rechazamos terminantemente que ello sirva de pretexto para una demagógica culpabilización de la actividad sindical.

Además, las organizaciones obreras debemos reforzar constantemente la exigencia de que el diálogo social, la concertación con los trabajadores, sean la base de la moderna sociedad industrial, cuando es evidente que continúa la tentación del autoritarismo y la unilateralidad en la adopción de medidas, así como la tendencia a dejar de lado a los trabajadores en cuestiones que les conciernen esencialmente.

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Se nos anuncia, por otra parte, una oportuna e innecesaria ley de huelgas que pudiera añadir un dato negativo a las relaciones con los ínterlocutores sociales.

Todas estas razones y la. circunstancia fundamental de que el paro masivo sigue siendo un drama social extremadamente grave hacen más necesario, si cabe, reiterar que el día de los trabajadores es una ocasión para la reivindicación y la propuesta, para ocupar pacíficamente las calles y plazas, reafirmando la presencia y la vocación del movimiento obrero, que no es otra que construir una sociedad más integrada, más justa y más solidaria.

Por todo esto, la necesidad de que todos "luchemos por la solidaridad", lema que la Unión General de Trabajadores ha escogido para este año, sigue siendo, creemos, la más crucial de este momento.

En estos días hemos tenido ocasión de recordar el décimo aniversario de la legalización de los sindicatos, lo que nos ha permitido efectuar un balance de una intensa transición sindical. Y esa revisión nos permite comprobar que, aunque es mucho lo que se ha logrado en este tiempo, existe todavía un importante camino por recorrer si hemos de consolidar a los sindicatos como factores esenciales de la vertebración social.

Pero, como quedó de manifiesto en el XXXIV congreso, hablar de los problemas de las organizaciones obreras significa hablar de la situación de la clase trabajadora. Porque si la UGT coincide hoy- con otras. organizaciones en la necesidad de reclamar una mayor presencia en las instituciones, un marco normativo más amplio y profundo, un re forzamiento de los sindicatos, en definitiva, lo hace desde la convicción de que es la única vía que tienen los asalariados para hacer valer sus derechos.

Debe ser el núcleo de las reivindicaciones de este Primero de Mayo, por tanto, la situación de los hombres y mujeres en el mundo del trabajo, de quienes no lo encuentran y comienzan a perder hasta la ilusión, de los que al final de su vida laboral aspiran a tener prestaciones que les permitan una vida digna y, en suma, de los trabajadores como ciudadanos y como personas integradas en la sociedad.

Y estos ciudadanos encuentran hoy difícil mantener el optimismo en un futuro que se les presenta en no pocas ocasiones cargado de negros nubarrones. La posibilidad de tener que convivir con el paro masivo, la incertidumbre que deriva de un desafío tecnológico que no sabemos poner al servicio del ser humano, una visión excesivamente economicista de la realidad, pueden llevar a pensar que no hay respuestas frente a la crisis, y alimentar el pesimismo.

Llamada a la esperanza

La Unión General de Trabajadores no comparte esta visión negativa de las cosas y quiere transmitir a los trabajadores su convicción de que es posible un porvenir más esperanzador basado en los ideales del sindicalismo, un sindicalismo que está luchando por una Europa de los trabajadores donde el espacio social sea cada vez más amplio y equitativo. Por eso en este Primero de Mayo de 1987 estamos inmersos en la batalla por la solidaridad, único remedio eficaz para los problemas de los trabajadores de hoy. Y cuando hablamos de solidaridad, la entendemos de manera global. No se trata sólo de exigir la solidaridad de los que tienen trabajo hacía los que no lo tienen, ya existente y que nosotros defendemos, sino que hay que propulsar la solidaridad de todo el entramado social: empresas, rentistas, Administración, profesionales liberales, técnicos y cuadros, etcétera.

En una época de sacrificios sólo será creíble una solución basada en promover la cohesión y la cooperación de todos los componentes sociales.

Claro es que la mejor manera de alcanzar esa solidaridad es el diálogo social y la participación activa, aunque, nunca aceptaremos que bajo el disfraz de un diálogo social mal entendido se quieran imponer claudicaciones a los trabajadores.

Por eso, esta etapa abre puertas al futuro. Nuestro sindicato, sencillamente, está demostrando la fuerza de su razón y defendiendo su postura autónoma al servicio del trabajador. Y, sin duda, eso es un catalizador para el porvenir, pues de esta experiencia saldrá una reactivación del diálogo social, una participación equitativa en el reparto de sacrificios y beneficios, un engranaje clarificado y sereno de las relaciones sociales. Este Primero de Mayo daremos un nuevo empuje a la lucha por la solidaridad, que es la forma de mantener la esperanza de una sociedad mejor.

Marcelino Camacho es secretario general de Comisiones Obreras.

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