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EL TONO VITAL DE ESPAÑA

Los españoles mantendrán su voto, pese a la mala opinión, sobre la situación política

Sondeo trimestral de EL PAÍS sobre actitudes y preocupaciones de la sociedad española

Aumenta la preocupación por el deterioro de la vida política, pero de momento la estabilidad del voto no parece verse afectada. El cambio de opinión al respecto entre diciembre y marzo es significativo. Opina que la situación política es buena un 25% menos de ciudadanos que a finales de 1986. 0 lo que es, lo mismo: la opinión positiva ha bajado y subido la negativa en cinco puntos porcentuales sobre el censo (representa casi un millón y medio de personas).La valoración de la coyuntura política es menos crítica entre los votantes del PSOE: el porcentaje de los que consideran que la situación es buena (33%) dobla la media nacional del 16%. Asimismo entre las personas de edad media-joven, 26-35 años, allí donde hay más votantes del PSOE, con un 22% de opinión positiva. También en los pequeños municipios con menos de 2.000 habitantes el 23% hace una valoración positiva; y en algunas regiones como La Mancha (30%), Asturias (30%) o Extremadura (24%).'En Madrid la valoración, es más positiva que la media nacional (20%), aunque no se despega significativamente.

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Mayor grado de satisfacción en los municipios

La opinión más crítica se da entre quienes se declaran votantes de AP, un 56% de los cuales califica la situación de mala o muy mala; idénticos calificativos aplica el 42% de los votantes del PNV y el 24% de CiU.

Intención de voto

Este deterioro de la vida política no parece achacable en exclusiva a la acción del Gobierno, sino más bien a la dinámica del con junto de las fuerzas e instituciones políticas, a juzgar por la estabilidad de las pautas de intención de voto. La crisis de AP, la conflictividad social y las res puestas gubernamentales a la misma, así como la moción de censura, constituyen sin duda los factores objetivos que nutren esta valoración de coyuntura. La intención de voto, sin embargo, apenas se mueve. La evolución de la opinión a lo largo de los últimos cuatro meses es suficientemente ilustrativa, según el seguimiento de la misma a través de siete encuestas de Demoscopia para EL PAÍS con motivo de distintos acontecimientos (no se incluyen datos del sondeo sobre la moción de censura por su coincidencia en el tiempo y los resultados con los del barómetro de primavera).

A medida que se aproximan las elecciones municipales y autonómicas, las pautas de intención de voto se acercan más a los resultados de las elecciones legislativas de junio pasado. Por, lo que hace al PSOE, la base social que entonces tuvo, disminuida en un millón de votos respecto a 1982, no parece moverse. En el caso de AP, la conmoción afectiva de sus votantes en torno a la dimisión de Fraga y la incertidumbre del período subsiguiente parecen superarse en los últimos dos meses, con una interrogante: si el tercio aproximado de sus votantes, que no suelen declarar su intención de voto en las encuestas, acabará votando de nuevo AP o se trasvasará a los partidos que estuvieron coligados (PDP, PL) o al CDS.

Un hecho significativo que resaltar: por primera vez desde 1977, cotejando todas las encuestas conocidas, al día siguiente de la dimisión de Manuel Fraga todos los votantes de Coalición Popular en junio de 1986 declararon haber votado por dicha coalición y su intención de votar por AP en futuras elecciones. Mes y medio más tarde, la incertidumbre de estos votantes era máxima y sólo poco más de una cuarta parte decía que volvería a votar por Alianza Popular. Por tales antecedentes, no cabe descartar movimientos de este sector en el futuro. Finalmente, parece que el apoyo político del CDS se ciñe cada vez más a la cota de junio de 1986, e incluso podría ser inferior en unas elecciones municipales. Para el resto de los partidos sólo puede inferirse estabilidad, dejando de lado las oscilaciones numéricas del voto nacionalista vasco por razones meramente estadísticas del pequeño número de entrevistas.

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