Baltasar Garzón Real

Baltasar Garzón Real, de 31 años, desde 1983 titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Almería, ha sido designado mediante un concurso de méritos inspector delegado del Consejo General del Poder Judicial con la función de descubrir y denunciar los posibles fallos dentro de la mecánica de la administración de justicia. Garzón está convencido de que los jueces no forman un colectivo reaccionario; que si hay corruptelas en los juzgados, "se les pone coto", y que la justicia es lenta por la falta de medios.

Hijo de agricultores, nació en la provincia de Jaén, está casado y es padre de dos hijos. Serio y amable a la vez, su mirada desprende confianza, y la idea de que junto a los amigos de toda la vida se ha de mostrar socarrón e irónico. "Aunque sea un tópico", dice Garzón, "me voy de Almería con la satisfacción del deber cumplido y con el sabor de haber dejado buenos amigos y la tristeza de no verme comprendido por algunos compañeros".Esa satisfacción se muestra dolorosa cuando afirma que el privar de libertad a una persona constituye el peor momento por el que ha de pasar un juez. No obstante, piensa que la cárcel es necesaria, al margen de que se deba mejorar el régimen penitenciario.

Garzón es un hombre polivalente. Por las mañanas acude al juzgado y por la noche imparte clases de Derecho en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Asegura que tiene tiempo para leer y acudir al cine, así como seguir la actualidad deportiva. "Todo es cuestión de organizarse". Confiesa que de pequeño le hubiera gustado ser futbolista del Real Madrid. Ahora está leyendo las Memorias de Adriano y expresa con regocijo que su película es El nombre de la rosa.

El nuevo delegado del Consejo General del Poder Judicial, que dependerá de Antonio Hernández Gil, afirma que no ha utilizado escolta en Almería ni piensa solicitarla en Madrid. Y no acepta el calificativo de "reaccionarios" para la generalidad de los jueces. "Los jueces son unos ciudadanos más", dice, levantando el tono, "a los que se nos debe exigir el cumplimiento de la ley como a los demás, pero sin privilegios". Su nueva función, según explica, será la de inspeccionar y pasar informes a la superioridad sobre los expedientes disciplinarios instruidos a partir de denuncias de cualquier profesional o ciudadano. "O de cualquier justiciable sobre disfunciones en la administración de justicia", sentencia. Sobre la presunta corruptela en los juzgados destaca que cuando las hay se pone coto a ellas.

"La libertad de expresión está consolidada en España" fue una de las frases que más repitió a lo largo de la conversación, celebrada por la mañana en su despacho, donde aguardaban desde una pareja de senegaleses hasta una anciana y el presidente de Abogados Jóvenes de Almería, el letrado José Murcia. El juez no quiso desvelar otras formas que, según él, se podrían aplicar para que la futura Policía Judicial tenga una dedicación exclusiva.

Se mostró partidario de la plena independencia de fiscales y jueces, aunque admitió que en el futuro se va a seguir dependiendo de forma funcional del Ministerio de Justicia. "Las carencias, actualmente, se suplen en los juzgados con las ganas de trabajar", concluye Baltasar Garzón.