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LAS RELACIONES CON EL 'VECINO DEL SUR'

El puente sobre el Estrecho, prácticamente descartado

Existen muy pocas posibilidades de que sé construya un puente sobre el estrecho de Gibraltar o un túnel bajo el mismo. Por razones políticas, España mantiene un grupo de personas dedicado a estudiar la viabilidad técnica, económica y jurídica del proyecto, y destina 400 millones de pesetas anuales a éstos trabajos. Siete años después de iniciados los estudios, los expertos consideran excesivo el coste del proyecto.

El monarca alauí tiene un fuerte interés personal en que se construya el enlace fijo entre las dos orillas. Casi todos los miembros del Gobierno español que han visitado al rey Hassan II en los últimos años se han encontrado con la misma pregunta: "Bueno, ministro, ¿cuándo hacemos el puente?".Existen varias soluciones técnicas, pero no serían igualmente útiles: un túnel serviría para el ferrocarril, mientras el puente estaría orientado al tráfico de automóviles. El rey Hassan II prefiere un puente, porque "c'est plus voyant" ("es más vistoso"), según comentarios del monarca alauí a algunos de sus visitantes.

Pero el mayor sueño de Hassan II es casi una entelequia. Construir un puente de 29 kilómetros sobre el estrecho de Gibraltar (entre Punta Paloma y Punta Malabata), apoyado sobre pilares de 300 metros de profundidad cada dos kilómetros, costaría al menos 600.000 millones de pesetas, sin tener. en cuenta los costes financieros ni la actualización de precios durante las obras, para las que está calculado un mínimo de 10 años. Ese coste supera cuatro veces al programa español de autovías, que supone la construcción de 933 kilómetros en ocho años.

Europa y el desierto

Ninguna empresa privada cree que un peaje equivalente al coste de la travesía marítima del Estrecho permitiera hacer rentable el puente, según técnicos españoles encargados de los estudios. Tampoco existen perspectivas de financiación internacional a bajo coste, aunque diversos organismos se hayan interesado por la marcha de los trabajos.De poco serviría un puente sobre el Estrecho si sólo pudiera ser utilizado para conectar las carreteras actuales del sur de España y del norte de Marruecos. La península Ibérica es la zona peor dotada de Europa occidental en lo que a autopistas y buenas carreteras se refiere. En África, la situación resulta aún menos favorable: las carreteras que comunican Marruecos con Argelia y Túnez son deficientes, mientras que al sur de Marruecos hay un gran desierto. Tampoco está decidida la construcción de un eje costero que uniera las principales ciudades del África occidental (Tánger-Dakar-Abiyán-Lagos), que permitiría drenar tráfico hacia el Estrecho.

Hay soluciones un poco más baratas. Por ejemplo, se podría excavar un túnel bajo el Estrecho; sería más largo que el puente, para permitir pendientes suaves de acceso -están calculados 50 kilómetros- y costaría 500.000 millones de pesetas, según las estimaciones actuales.

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El túnel no resultaría apto para automóviles, debido a los problemas de ventilación y a la angustia psicológica de los conductores metidos en tubos tan largos. Habría de utilizarse para el ferrocarril, y en ese caso uniría redes muy diversas: al norte, la española, con un ancho de vía diferente al del resto de Europa; al sur, la marroquí, poco desarrollada. Los demás países de África occidental han construido líneas con anchos de vía diferentes, concebidas para la comunicación interna con los puertos.

Los dirigentes marroquíes tienen tanto, interés por el proyecto que, aun reconociendo las dificultades, siguen pensando que pueden superarse. "¿Cuánto pagaría Marruecos por estar físicamente unido a Europa?", se pregunta el ministro de Equipamiento de Rabat, Mohammed Kabbaj, principal impulsor de los estudios preparatorios.

A juicio de Kabbaj, "el enlace se hará cuando lo decidan los dos países, Marruecos y España, impulsados por nuestras respectivas monarquías constitucionales". Esa obra provocaría "una verdadera revolución", añade, la parte marroquí, con lo cual la parte española está de acuerdo: resulta difícil imaginarse las consecuencias de la libre circulación de personas entre África y Europa.

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