Una genialidad de Carrasco dio el triunfo a España
ENVIADO ESPECIALEspaña ganó en Austria un encuentro quizá decisivo para la clasificación para la fase final de la Eurocopa. Un golazo en el último minuto de Carrasco, su mejor jugador, sacó a España del atolladero en que se había metido con algunos absurdos fallos entre el medio campo y la defensa. Austria resultó más rival de lo esperado por su fogosidad y porque recuperó la moral gracias a un buen gol de Polster. Butragueño se lesionó al minuto de juego y Chendo fue expulsado en el 77.
Austria tuvo una salida tremendamente fogosa cuyas consecuencias pagó en primer lugar el tobillo de Butragueño que, lesionado antes del minuto de juego, tuvo que dejar el puesto a Eloy en el 12. El partido empezaba, pues, aparentemente mal para España. Austria se movía con gran velocidad y dureza y en el primer cuarto de hora logró algunos remates peligrosos. El temido Polster dio la impresión de ser además de un oportunista goleador, como hay que suponer por el número de tantos que lleva marcados, un buen jugador de área, capaz de recibir, controlar, aguantar la carga del defensa y colaborar con los compañeros; incluso, mucho delantero para un jugador aún poco malicioso, como Andrinúa.
Pero España supo enfriar el balón. Cuando Gallego, Víctor, Roberto, Michel y Calderé consiguieron tocar con tranquilidad en el medio campo y marcar las condiciones, se vio que España era mejor.
Austria se plantaba con una defensa de tres jugadores y dos en las bandas capaces de hacer función de ataque o de defensa. Cubría así bien su propio campo y era difícil de superar en el ataque, pero siempre le faltó criterio para manejar la pelota.
Con el control del partido, España estaba en condiciones de ganarlo si tenía suficiente juego de ataque. Casi todo el que tuvo lo puso Carrasco, espléndido, capaz de llevarse patadas de toda la defensa austriaca y de jugar el balón con talento. Eloy le acompañó sólo a medias, aunque estuvo acertadísimo en el remate. España debía haber llegado al descanso con ventaja. Una fulgurante acción de Polster lo impidió. Pero mandaba el equipo de Muñoz.
La segunda mitad arrancó de manera parecida, aunque dos o tres fallos de Gallego en el principio de la jugada estuvieron a punto de desconcentrar al equipo español. Pero, no mucho después de eso, una subida de Chendo por su banda facilitó la nueva ventaja española. La desgracia para el equipo de Muñoz fue que antes de que Austria cobrara conciencia de inferioridad llegó el empate.
Ese gol de Polster dio un tremendo ánimo a les austriacos. Su entrenador lo vio y decidió sacar un tercer delantero, retrasó a Werner a la media y lanzó a su equipo a la ofensiva. España aguantó bastante bien e incluso soltó algún contraataque peligroso hasta que, en el minuto 77, Chendo fue expulsado.
A partir de ahí, Austria fue una tormenta. Con Polster en el eje del ataque y todo el equipo lanzado por su público, hubo cinco minutos en que cada jugada suya terminaba en remate a puerta. Hubo hasta un gol fantasma de Polster, al estilo de Michel contra Brasil.
Muñoz había reaccionado ante la expulsión de Chendo sustituyendo a Eloy por Sanchis. España se conformaba con alcanzar el final sin más daño. Y parecía que todo iba a terminar en ese 2-2, que ya se veía como mal menor, cuando Carrasco, en una jugada imponente, se plantó ante el meta austriaco y le batió por bajo. Su genialidad devolvía a España la victoria que había puesto en riesgo por errores absurdos.
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