El caso de Hugo Sánchez
El caso del futbolista Hugo Sánchez está poniendo de manifiesto que en España nos vamos del coro al caño, que si nos dan el pie nos tomamos la mano, que la libertad excesiva degenera en libertinaje, que el que no llora no mama y el que mama de una teta quiere marnar de dos.Se dice que el diálogo es btieno, y el nuestro es un diálogo de sordos. Y en cuanto a lo de llorar, si sumamos las manifestaciones, más o menos pacíficas, habidas en lo que va de año, de seguro que podríamos ganar el campeonato mundial de plañideros.
Y volviendo al asunto del futbolista del Real Madrid. Antes, cuando un jugador quería cambiar de club y tenía un contrato pendiente, se ponía, más o menos amigablemente, de acuerdo con sus directivos para rescindirlo, a cambio de lo que fuera. Pero que ahora se haga a la brava, en plena Liga y con buenos abogados, le resulta inaudito a todos los buenos aficionados, salvo a aquellos cuyo objetivo es conseguir que su club gane siempre, por las buenas o por las malas. Estos señores deberían aficionarse a otro espectáculo muy español: la lucha de gallos.
A este respecto, les pongo como ejemplo una experiencia mía: vine destinado a Badajoz como profesor de EGB y me encargué, además de las clases normales, de la sección de deportes. Los equipos venían quedando siempre los últimos en las competiciones locales. A fuerza de dedicación y estimulando a los niños fuimos obteniendo cada vez mejor clasificación; pero a determinados colegios privados Pasa a la página siguiente
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resultaba imposible vencerlos, porque, teniendo clases de segunda enseñanza, los jóvenes árbitros que nos designaban procedían de estos centros y ninguno del nuestro.
Como tenía varios equipos jugando al mismo tiempo, para poder controlarlos solicité la ayuda de un compañero de mi colegio. Y nuestro progreso fue cada vez mayor.
Extrañado, inspeccioné el comportamiento de mi compañero, y resultó que, en vez de procurar que los árbitros fueran justos y no nos perjudicaran, había conseguido de algunos de ellos, valiéndose de toda clase de coacciones, que pitaran a nuestro favor. A eso es a lo que yo llamo pasarse del coro al caño.
Futbolistas, estudiantes, profesores, mineros, trabajadores todos: defender vuestros derechos, pero civilizadamente y respetando los de los demás; lo contrario no es justo ni político.-
Adolfo González Flores.
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