Mil millones de tarjetas de crédito
Una investigación de la CCDE ha descubierto recientemente diferencias sorprendentes entre países miembros en sus índices anuales de contratación dentro del sector financiero. Los resultados son los siguientes:1. Entre el 15% y el 23% es el índice de contratación anual en bancos norteamericanos.
2. Entre el 4% y el 6% en los bancos alemanes y suizos.
3. En torno al 1 % en los bancos franceses.
En las industrias financieras japonesas, en las que las mujeres representan más de la mitad o las dos terceras partes de la fuerza laboral de la empresa y trabajan en aquellas ocupaciones que se ven afectadas más directamente por la necesidad del cambio, los índices totales de movimiento esconden los índices altos para las mujeres detrás de unos índices muy bajos para los hombres. Generalmente, las mujeres japonesas dejan su trabajo cuando se casan o cuando dan a luz a su primer hijo y vuelven al trabajo cuando sus hijos son mayores, generalmente con una categoría menor de la que tenían anteriormente. En consecuencia, el empleo de por vida parece algo más común en las empresas financieras europeas que en los bancos japoneses.
Los cambios tecnológicas han alterado las economías de las redes de sucursales y los niveles de personal. Para poner un ejemplo, el Banco Sumitomo, uno de los mayores de Japón, ha visto aumentar su volumen de trabajo en un 400% en los últimos 20 años, mientras que el número de empleados ha descendido el 25%. La estructura de empleo también ha cambiado. Se están eliminando los trabajos menos cualificados, al tiempo que están aumentando los más cualificados. En la Landesgirokasse de Alemania, por ejemplo, la proporción de empleados de alta cualificación ha aumentado del 14% al 20% desde 1976, mientras que la proporción de empleados con ninguna formación o sin formación en banca ha descendido del 37% al 26%.
La estructura de empleo varía probablemente de un país a otro, según el tamaño de las redes de sucursales y la tendencia de los consumidores a pagar con cheques. Entre 1970 y 1984, el número de sucursales bancarias per cápita ha aumentado en aproximadamente un 50% en Francia, un 40% en Estados Unidos, un 20% en Japón y en 10% en Alemania Occidental, pero ha descendido en aproximadamente un 10% en el Reino Unido, donde la red mayor, la del National Westminster Bank, tiene unos 2.700 puntos. El número mayor de habitantes por sucursal en 1983 se encontraba en Japón (2.780), seguido de Estados Unidos (2.310) y el Reino Unido (2.284), mientras que Francia y Alemania se encontraban bastante por detrás (con sólo 1.524 y 1.541, respectivamente).
Por otro lado, tras más de un siglo de empleo de los cheques, siguen representando únicamente el 3,8% de los pagos personales en el Reino Unido, el 11% en Francia y el 25 % en Estados Unidos. Los pagos en metálico en esos países eran, respectivamente, del 94%, el 82% y el 69% en 1985.
Las tarjetas
Las tarjetas de crédito se han convertido en un instrumento importante de pago; el plástico está sustituyendo parcialmente al papel. Se calcula que hay en torno a 1.000 millones de tarjetas de crédito en el mundo, emitidas por bancos y otras instituciones. En este sector hay una gran concentración. Las tres tarjetas principales en todo el mundo, Visa (140 millones), Master/Ac-cess (120 millones) y American Express (21 millones), tienen actualmente una tercera parte del mercado mundial. Este fenómeno es aún más fuerte si se considera el volumen de gasto, que se concentra en un 70% en Estados Unidos (127.000 millones de dólares del total de 183.000 millones de dólares en todo el mundo en 1985).
Sin embargo, la transferencia electrónica de fondos al punto de venta (EFT-POS o compra sin dinero), a pesar de ser técnicamente posible, puede ser tan sólo un sueño hasta el siglo próximo en su aplicación a gran escala. La opinión de los especialistas es que el desarrollo de EFT-POS a nivel mundial está en gran parte estancado o avanza a un ritmo muy lento.
El banco en casa
El banco en casa tiene aún que probar su atractivo a los clientes. En Francia, el único país que tiene un sistema importante de pantalla -el Gobierno ha instalado gratuitamente más de dos millones de Minitel o abonados telefónicos-, al parecer se emplean 300.000 Minitel con regularidad para transacciones bancarias, y de manera principal por empresas. Desde 1983, el Crédit Commerclal de France (CCF), primero en explotar esta posibilidad, atiende electrónicamente a 140.000 clientes y acaba de iniciar un sistema interactivo que permite a los poseedores de cuentas privadas mantener un diálogo electrónico con el banco desde sus casas. Este paso del banco electrónico en casa de pasivo a activo ha atraído hasta ahora a 110.000 abonados privados y a 7.000 empresas. En otros países en los que los Gobiernos no han proporcionado los videoterminales gratuitamente, el mercado del banco en casa se ve limitado por el pequeño número de pantallas existentes. En el Reino Unido, el equivalente del Minitel, el sistema Prestel, cuenta únicamente con 80.000 abonados; en Alemania, el sistema BTX, iniciado en 1984, tiene por ahora únicamente 40.000 abonados.
En Estados Unidos, la mayoría de los grandes bancos ofrecen un servicio bancario por video, pero, a pesar de que hay más de 23 millones de ordenadores personales en uso, hay poco más de 100.000 abonados a estos servicios.
La incertidumbre
No obstante, todas estas tecnologías están teniendo una gran influencia en el cambio de la división del trabajo en el sector bancario. Por ejemplo, tradicionalmente la organización de una sucursal bancaria mostraría cierta distinción entre la parte delantera de la oficina (que atiende a los clientes) y la parte de atrás (que se ocupa del procesamiento de las transacciones). Actualmente esta distinción está en proceso de desaparición, ya que la preocupación principal no es ya, la producción de servicios (que están actualmente automatizados), sino cada vez más la función de ventas y la interacción entre las ventas y el desarrollo de productos.
La fusión y la integración de funciones exigen responsabilidades descentralizadas en la toma de decisiones que permitan que el personal de ventas, de ayuda al cliente y de comercíalización sea cada vez más sensible a las necesidades de los clientes. Pero ¿de qué clientes? Más allá de la distinción entre personas y empresas, hay un nuevo tipo de cliente que supone un reto al papel social de los bancos en nuestras sociedades, y que son aquellos que no tienen una cuenta bancaria por estar en el paro, en especial los parados durante un período largo, y que se empobrecen. ¿No deberían los bancos, al menos aquellos a los que prácticamente no se les permite que quiebren y que se han convertido cada vez más en instituciones públicas, ofrecer a los parados y a los pobres la posibilidad de unos servicios bancarios mínimos sin coste alguno o a un bajo coste?
La aparición de servicios totalmente nuevos dependerá bastante no sólo de la red de telecomunicaciones, sino también de cambios legislativos e institucionales más profundos, y no hay duda de que la responsabilidad social forma parte de esto. La descentralización, es decir, el cambio en la creación de puestos de trabajo de la ciudad, la fábrica y la oficina al domicilio particular y a la red rural, es otro aspecto fundamental de la ecuación que conforma nuestro futuro.
Se puede decir con toda seguridad, en un mundo de incertidumbre, que la difusión de las nuevas tecnologías de la información y de los nuevos servicios financieros se encuentra todavía en su infancia y que el rumbo futuro de desarrollo es, en parte, un proceso de experimentación social.
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