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Una ayuda indispensable, pero no suficiente

La firma del paquete crediticio para México se considera condición indispensable, pero no suficiente, para solucionar la crisis económica que asola al país. Después de meses de incertidumbre y forcejeos entre México y los bancos, la firma ayer del paquete en Nueva York sólo significa un respiro. Parece que al fin llegará el ansiado dinero fresco, aunque no está del todo claro si llegará a tiempo y con la liquidez necesaria para inyectarlo en la economía mexicana, a través del llamado Plan de Aliento y Crecimiento (PAC). Los retrasos sufridos hasta ahora en ¡a llegada de los créditos provocaron días atrás el comentario irónico del presidente de la Confederación de Trabajadores Mexicanos (CTM), el legendario líder de 87 años Fidel Velázquez, quien comentó que parece que "los créditos vienen en burro".La idea del Gobierno mexicano es dedicar los créditos recibidos para el pago del servicio de la deuda pendiente y también para poner en práctica la política de crecer para poder pagar. El secretario de Hacienda, Gustavo Petricioli, declaró que "estos recursos van a destinarse básicamente a inversiones productivas en el sector público y privado, así como a fortalecer nuestras reservas internacionales. Al mismo tiempo nos permitirán un mayor margen de maniobra en la política económica interna para impulsar gradualmente el desarrollo y disminuir la inflación".

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Estos planes del Gobierno mexicano podrían quedar convertidos en la cuenta de la lechera, si se tiene en cuenta que la cifra de inflación en los dos primeros meses de este año se aproxima al 16%. Si este porcentaje se proyecta a lo que resta de año, la inflación en México se aproximará a la del año anterior, que llegó a los tres dígitos, con un 105,7%. También parece problemático que pueda lograrse un crecimiento del producto interior bruto (PIB), que el año pasado cayó en un 3,5%. El Gobierno aspira a conseguir una inflación del 70% y un crecimiento del PIB del 2% al 3%, lo que parece excesivamente optimista. Analistas privados consideran estos dos objetivos contradictorios, algo así como lograr una cuadratura del círculo, y temen que el intento de incrementar el PIB sólo se consiga con una mayor inflación.

La política del Gobierno mexicano de pagar puntualmente la deuda, aunque sea a base de nuevo endeudamiento, ha sido fuertemente criticada últimamente, sobre todo a raíz de la moratoria acordada por Brasil. De forma plástica se formuló el eslogan de que "el Gobierno mexicano acordó una moratoria con sus trabajadores, pero paga a los bancos internacionales".

Los salarios pierden

El asalariado mexicano comprende cada vez menos que se pague la deuda, en una cantidad que en 1986 ascendió a casi 11.000 millones de dólares (alrededor de 1,4 billones de pesetas), y luego se escatimen unos pesos en las subidas salariales pendientes. Un reciente análisis del periódico El Financiero puso de manifiesto que fue inútil el castigo aplicado a los salarios en los últimos cinco años, porque "ni bajó la inflación ni se estabilizó la economía". Según el análisis del diario, "lo que dejaron de ganar los obreros, los ejecutivos, los profesionales y todas las personas que reciben ingresos mediante el salario sirvió para alimentar los circuitos de la especulación financiera, donde las ganancias están a la orden del día".

Las elevadas tasas de interés a los depósitos bancarios, que se aproximan al ciento por ciento anual, restan fondos para inversiones generadoras de empleo. Con el dinero fresco del paquete crediticio, el Gobierno espera también rebajar sus necesidades de captar el ahorro privado interior, y esto podría repercutir en una baja de los intereses bancarios.

La pérdida de poder adquisitivo de los salarios ha sido drástica. Entre 1982 y 1986, la caída del poder adquisitivo llegó a un 48,9%. En 1982, el porcentaje de los salarios en el PIB superaba un tercio (35,8%), y el año pasado era menos de un cuarto (24,6%).

A pesar de estos signos negativos, el Gobierno se las promete muy felices y anuncia toda clase de venturas para un futuro próximo. El secretario de Programación y Presupuesto, Carlos Salinas, que está considerado como uno de los tres tapados con posibilidades de ser el futuro presidente de México, pintó el jueves un panorama venturoso.

El ministro basó su análisis optimista en la conjunción de una serie de elementos positivos en la actual coyuntura: subida del precio del petróleo, incremento del turismo, crecimiento de las exportaciones no petroleras y fortalecimiento de las reservas de divisas.

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