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Los resultados de las elecciones no alterarán sustancialmente la política finlandesa

Los resultados de las elecciones celebradas los pasados domingo y lunes en Finlandia han determinado cambios en la composición de¡ Parlamento y seguramente también en la de¡ futuro Gobierno, pero es menos probable que esas modificaciones cuantitativas determinen cambios en la política de¡ país. Si bien el consenso existente rige sobre todo en lo que se refiere a la política exterior, las diferencias en cuestiones domésticas no son de una magnitud tal que pueda hablarse en rigor de una política socialista o una conservadora.

Es sobre todo el origen histórico y la trayectoria de los partidos lo que permite a veces, sobre todo en las cuestiones de seguridad social, establecer diferencias. Esta política de consenso puede explicar en parte el escaso interés de los electores finlandeses por ejercer su derecho a votar, y da a Finlandia una fisonomía muy particular, que la diferencia de los demás países nórdicos y relativiza el significado de los resultados. Además, estos no han reflejado variaciones notables, si se exceptúa al Partido Agrario, que perdió casi la mitad de los votos obtenidos en los pasados comicios.En términos generales, los resultados han confirmado los pronósticos preelectorales, y ha quedado claro un avance de los partidos de centro-derecha, al mismo tiempo que un retroceso de la izquierda socialdemócrata y comunista. En el nuevo Parlamento, los partidos burgueses tendrán 123 escaños, y los de izquierda, 77.

El nuevo Gobierno, si ha de reflejar estrictamente las cifras del escrutinio, tendrá que ser de composición centro-derechista. Más allá de las promesas incumplidas del primer ministro socialdemócrata, Kalevi Sorsa, en cuanto a la disminución del paro o al impulso de una política de vivienda acorde con las necesidades de la población, este descenso de la izquierda puede vincularse más bien con el largo y penoso conflicto que culminó con la escisión de los comunistas. Fue una escisión que privó a los votantes desilusionados de la socialdemocracia de una vía alternativa y desalentó a muchos jóvenes en situación de votar y asumir un papel más dinámico en la política.

Quizá esto explique también el fenómeno del Movimiento de los Verdes. En términos relativos, ésta fue la opción que logró un más alto crecimiento porcentual (el 2,6% con relación a las elecciones de 1983), que en virtud del complicado mecanismo electoral finlandés, que favorece a los grandes partidos, no refleja con mayor amplitud el número de escaños obtenidos.

Integrado mayoritariamente por sectores de clase media, maestros, intelectuales, periodistas y pequeños propietarios, el Movimiento de los Verdes ha tenido el apoyo de sectores críticos del sistema: pacifistas, ecologistas, feministas, homosexuales, entre otros.

Es un inconformismo saludable, más empeñado en "cambiar el inundo", según la expresión de una de sus candidatas, que en ejercer el poder. Pero, como para poder realizar esa tarea es más fácil hacerlo desde el Gobierno, se han decidido por esta vía. Hasta ahora como un movimiento y no como un partido.

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