La crisis del mostrador
La evolución de la banca y la de las tecnologías de la información están íntimamente interrelacionadas, como lo prueba el dato de que en muchos países los bancos gastan más en automatización que en locales. Los primeros cálculos sobre el impacto de las nuevas tecnologías sobre el nivel de empleo no han sido muy acertados. Lo que sí puede decirse es que no hay espacio para un aumento global del empleo en la banca, a causa de la actual saturación de las plantillas en la mayor parte de los países occidentales.
Los dos factores que están impulsando la actual revolución bancaria -elevación de costos y aumento de la competencia en las operaciones comerciales- está en buena parte decidida por la tecnología de la microelectrónica.Las nuevas tecnologías de la información han demostrado ser un requisito previo a la introducción de nuevos instrumentos financieros sólo en un número relativamente pequeño de casos: cajeros automáticos, cuentas de administración de caja, transferencia electrónica de fondos al punto de venta. Pero en la práctica han sido el catalizador vital de una amplia gama de aspectos innovativos que constituyen una característica del sistema bancario actual. Y en un sentido más general, los nuevos medios relativos al almacenaje de datos, a su procesamiento y a los sistemas de comunicación electrónicos han tenido una influencia importante en una serie de facetas del entorno financiero, incluyendo, de manera especial, la forma de los sistemas de pago, las relaciones entre los servicios financieros propiamente dichos y otros servicios de información y los efectos de la ampliación de los mercados nacionales e internacionales.
A excepción de la industria de proceso de datos, el sector bancario gasta más en tecnologías de la información (entre el 10% y el 15% de los gastos sin intereses) que cualquier otro sector de la economía. El hecho de que en algunos países, como en Francia en 1984, los bancos gasten más en automatización que en locales es una buena muestra de hasta qué punto la evolución de la banca y la de las tecnologías de la información están íntimamente interrelacionadas.
Los primeros cálculos del impacto de las nuevas tecnologías en el nivel de empleo en la banca han sido totalmente erróneos. La Federación Internacional de Empleados Administrativos, Profesionales y Técnicos Comerciales (FIET) calculó en 1978 que unos cinco millones de mecanógrafos o mecanógrafas podrían perder su empleo en 10 años en Europa occidental; es decir, el 20% de los puestos de trabajo en oficinas.
En Francia, en un período idéntico (1978 a 1988), Simon Nora y Alain Minc predijeron una reducción del número de puestos de trabajo para un volumen de actividad dado del orden del 30% en la banca y los seguros. Hasta ahora, las estadísticas oficiales francesas han registrado un aumento del 10% entre 1978 y 1984 tanto en la banca como en los seguros. No obstante, se insiste en que las instituciones financieras francesas están sobrecargadas de personal en aproximadamente 100.000 personas, es decir, alrededor del 20%.
Quiebra de bancos
En verdad, la incertidumbre y el error son generales al intentar evaluar el impacto de la tecnología sobre el empleo. Lo que sí puede decirse es que parece que no queda lugar para un aumento cuantitativo del empleo en el sector bancario a causa de su saturación, aunque queda campo para el crecimiento cualitativo en forma de una oferta más precisa de servicios financieros a los clientes.
La oleada de cambios experimentados por la industria financiera en los últimos 10 años no ha producido por ahora demasiadas bajas. Pero ¿va a seguir siendo así? En 1985 quebraron 100 bancos en Estados Unidos, principalmente bancos pequeños muy expuestos en créditos a agricultores o a la industria petrolera.
La tendencia se inició a partir de 1981, año en que se produjo la quiebra de 10 bancos, el número acostumbrado en los años posteriores a la II Guerra Mundial. En 1982 empezaron a aumentar los cierres, haciendo que las quiebras de 1986 alcanzaran un récord del período de posdepresión de 150 y es poco probable que tal número descienda mucho en 1987, pues se espera poca mejoría en esos sectores.
Cuando los tiempos se ponen mal no existe una clara línea demarcatoria entre aquellos bancos que son demasiado grandes para quebrar y los que son demasiado pequeños para salvarse. Surgen problemas de eficacia, justicia y riesgo moral, con lo cual se ponen en juego al mismo tiempo cuestiones sociales y económicas.
Los bancos centrales
Los bancos centrales se crearon, en primer lugar, para controlar estos problemas en situaciones turbulentas. Pero, a pesar de ello, si la relación entre la comunidad financiera y cuestiones sociales como el empleo está clara y es aceptada ampliamente en los malos momentos, en los buenos tal relación no es tan apreciada. De hecho, la idea de responsabilidad social ha sido desarrollada históricamente mucho más por las grandes industrias manufactureras que por los grandes bancos. Pero, cualquier compañía, tanto las fabricantes de tecnología de la información como las proveedoras de servicios financieros, si quiere hacer frente con éxito al reto de la feroz competitividad y de la alta productividad, tiene que gestionar eficazmente su capital humano. Y es difícil lograrlo sin unos valores sociales sólidos.
En este sentido, los Gobiernos de la OCDE han considerado la necesidad de la creación de empleo como una prioridad social y política. Su consecuencia es que este organismo internacional, reuniendo experiencias de todo tipo se haya afanado en exponer detalladamente las diferentes formas en que las instituciones financieras y los nuevos instrumentos financieros pueden contribuir a la batalla contra el paro. Esta exposición pasa por el análisis de la importante influencia que un sistema financiero moderno, ágil e imaginativo, tiene sobre el desarrollo económico general. A este poder dinamizador y el modo en que se está poniendo en marcha a través de nuevas ideas, se refiere el próximo capítulo.
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