Un vacío legal
Cuando en los buques se da la señal de alarma y se pronuncia la palabra stowaway -polizón, en inglés- empieza una verdadera pesadilla para los responsables de la tripulación, para la compañía consignataria e incluso para el armador, según un ex capitán de la Marina Mercante. Las leyes internacionales son muy rígidas en relación a los viajeros ¡legales y obligan a la autoridad del buque a hacerse cargo de los polizones, a no desembarcarlos y a devolverlos a su país de origen. Esta reglamentación inflexible se ve agravada por el hecho de que en la mayoría de las ocasiones estos tripulantes ocasionales viajan sin documentos y se encuentran en grave estado de salud a causa de las privaciones que sufren.La negativa de los Gobiernos a recibir a los polizones e incluso a permitir su desembarco para volver a su país de origen ha provocado que en algunas ocasiones se prolongase indefinidamente su estancia en los buques. Ante estos problemas, los capitanes adoptan las más diversas actítudes, y, mientras algunos optan por arrojarlos por la borda en alta mar, otros suelen abandonarlos a la deriva cerca de la costa, en naves de escaso calado y sin ningún tipo de identificación, para después avisar anónimamente por radio a las autoridades de la existencia de un náufrago. En otras ocasiones el polizón se convierte en un tripulante ocasional que se gana el sustento y el transporte hasta su país.
La organización de Samito es, en opinión de expertos en navegación, y mientras no se legisle sobre esta cuestión, "una forma humanizada de resolver el problema", según las navieras. Estas fuentes opinan que, efectivamente, se vulneran las leyes. Pero Se trata, según los armadores, de "la única manera ideada hasta ahora para resolver el problema, ya que impide la entrada ¡legal de un extranjero en el país y elimina los problemas jurídicos en que podrían verse envueltos un buque y su tripulación".
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