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Jutta Ditfurth

El radicalismo de los 'verdes' alemanes occidentales

Sólo el nombre de Jutta Ditfurth, una socióloga de 35 años, provoca espanto a la derecha de la República Federal de Alemania (RFA). Es la máxima representante del ala fundamentalista de los verdes, y, como tal, garantía para muchos de que este partido no va a ser domesticado e integrado en la socialdemocracia. Para otros, en cambio, es la culpable de que la moderación no se imponga en el partido y abra la posibilidad de una alianza de izquierdas con el partido socialdemócrata.Jutta Ditfurth es una política con tanta seguridad en sí misma como fuerza de convicción. En la pasada campaña electoral se ha revelado como uno de los grandes artífices del éxito de los verdes, el partido que más aumentó su fuerza parlamentaria, al conseguir el 8,3% frente al 5,6% que alcanzó hace cuatro años. Hoy el partido de los verdes es ya una fuerza parlamentaria asentada e imprescindible para una alternativa de izquierdas al actual Gobierno de coalición. En el debate sobre la posibilidad de una alianza rojiverde, abierto tras la derrota del SPD en las elecciones, ella desempeña un papel clave como firme opositora a entrar en una relación que podría, en su opinión, vaciar de contenido al movimiento ecologista y pacifista.

Nacida en Francfort como hija primogénita del célebre científico alemán Holmar von Ditfurth, Jutta se ha despojado pronto de la preposición aristocrática de su apellido, sin duda un lastre para sus fines políticos. Esta joven más bien corpulenta es una firme defensora de que los verdes se mantengan fieles a sus orígenes extraparlamentarios y feroz controladora de que los parlamentarios verdes no dejen seducirse en Bonn por las prebendas del Estado. Para ella toda actividad parlamentaria debe estar apoyada por movilizaciones e iniciativas populares. "La presión debe estar en la calle". Por ello asiste a las concentraciones antinucleares en Wackersdorf, que habitualmente se: convierten en batallas campales entre manifestantes y policía, y participa en bloqueos de instalaciones militares norteamericanas. Se niega a distanciarse de aquellos que, radicalizados en su lucha antinuclear, se dedican en los últimos meses a derribar postes eléctricos por toda la RFA, y considera que no se puede comparar la violencia de los manifestantes con la que supone la existencia de centrales nucleares y otros focos de peligros ecológicos.

Sus adversarios dentro del partido, los realistas o partidarios de un acercamiento al SPD, la acusan de ambigüedad en su actitud hacia el Estado de derecho. Está a favor del cierre inmediato de todas las centrales nucleares, de la salida de la RFA de la OTAN y de un boicó al censo proyectado por el Gobierno federal, que los verdes consideran un paso más hacia el control total del individuo por parte del Estado.

En todo su radicalismo, Jutta Ditfurth tiene un enorme aplomo y gran brillantez en el debate político. Dos días antes de las pasadas elecciones hizo perder los nervios, en un debate televisivo, a un político de la experiencia del socialcristiano Franz Josef Strauss, presidente de Baviera. Para Strauss todo lo que decía Ditfurth eran anatemas o apologías del terrorismo; incluso quiso marcharse. Ella, con una gran sonrisa, le pedía: "Tranquilidad, señor Strauss, tranquilidad". Pero Strauss no se tranquilizó.

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