Fraga no asistió, y López Rodó representó a la nostalgia

El congreso de AP iniciado en esta ocasión con el lema El futuro, comenzó exactamente un año después de que, los días 7 y 8 de febrero de 1986 Fraga inaugurase el séptimo congreso, el sistema de listas abiertas para la elección de la ejecutiva y una larga crisis que desembocó en su dimisión el pasado 1 de diciembre. Esta vez no estaba Fraga y el único de los siete magníficos, fundadores de AP que pululaba por los pasillos del Palacio de Exposiciones y Congresos, eminentemente nostálgico y desconcertado, era Laureano López Rodó, hoy apartado de todo protagonismo político.

Ambiente de preocupación

Contra lo que ocurría en el mismo escenario hace un año, la preocupación sustituía esta vez a la euforia.Tan sólo el despliegue propagandístico de los seguidores de Hernández Mancha, que portaban pegatinas de su líder firmadas personalmente por él con un simple Antonio, daba cierto color al congreso, en el que se invirtió la tercera parte del presupuesto (12 millones de pesetas) que en otras ocasiones.

Fuentes próximas a Hernández Mancha informaron que fueron distribuidas en total 5.000 pegatinas y otras tantas carpetas y pancartas, con un coste total de "sólo" 300.000 pesetas. "Nos ha sobrado dinero", dijeron estas fuentes, "porque unos amigos sevillanos nos dieron dos millones de pesetas para gastos de imagen de Antonio; ni un duro del partido".

Los seguidores de Herrero llevaban pegatinas en las que se leía solamente la palabra unidad, sin una sola alusión personal.

Herrero y Hernández Mancha se abrazaron para la galería cuando ambos se encontraron, a última hora de la tarde, dirigiéndose a votar cada uno de ellos en su respectiva urna, Hernández Mancha rodeado por una cohorte de los suyos, Herrero de Miñón, solitario.