El Príncipe zarpa a bordo del 'Juan Sebastián de Elcano'
"Larga trinquete en nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas y un solo Dios verdadero que sea con nosotros y nos guarde, que acompañe y nos dé buen viaje a salvamento y nos lleve y vuelva a nuestras casas". Minutos antes de las 11.20 de ayer, el heredero de la Corona, ahora guardia marina Felipe de Borbón, escuchaba esta oración del piloto a bordo del Juan Sebastián de Elcano, buque escuela de la Armada española. El Príncipe zarpó en el Elcano del puerto de Cádiz rumbo a las Canarias, primera escala de su viaje de instrucción que concluirá en mayo en el puerto norteamericano de Baltimore.
Sus padres, los Reyes de España, sus hermanas, las infantas Cristina y Elena y su abuelo, don Juan de Borbón le habían dado el último beso de despedida en la cubierta del buque antes de trasladarse a la patrullera Bonifaz para acompañar al Elcano hasta que abandonó la bahía gaditana.Varios miles de personas se agolpaban para despedir al buque escuela tras las vallas dispuestas en el muelle del puerto cuando un remolcador inició la maniobra de desatraque del velero, que lleva a bordó a 73 guardiamarinas de la 389ª promoción del Cuerpo General de la Armada, de la 119ª de Infantería de Marina y la 64ª de Intendencia de la Armada.
Cuando el Juan Sebastián de Elcano largó amarras y enfiló la bocana, las sirenas de todos los buques surtos en el puerto y los que se habían congregado en la bahía rasgaron la neblina que envolvía la mañana con su rugido sordo que se mezclaba con los aplausos de los presentes. En el muelle, detrás de las vallas de contención, se apreciaban muchos ojos enrojecidos y lágrimas que rodaban sin recato mientras se agitaban brazos, gorras y pañuelos.
Las ceremonias de despedida a los guardias marinas de el Juan Sebastián de Elcano se iniciaron a las nueve de la mañana con una misa en la iglesia convento de Santo Domingo, frente al Puerto, presidida por don Juan Carlos y doña Sofía y a la que asistieron las infantas y el Conde de Barcelona en sitiales preferentes.
A la misa asistieron también el presidente de la Junta de Andalucía, José Rodríguez de la Borbolla, y el delegado del Gobierno en Andalucía, Tomás Azorín. Concelebraron el obispo de Cádiz, Antonio Dorado Soto, y el vicario general castrense, José María Estepa, quien pronunció la homilia. Un perturbado mental que logró situarse en uno de los laterales del templo profirió, en algunos momentos de la ceremonia, gritos de cariz antirreligioso que, probablemente, no llegaron a ser advertidos por los oficiantes ni interrumpieron la ceremonia.
Desde allí los guardias marinas cruzaron en formación y subieron a bordo del buque escuela. Minutos después llegaron los Reyes. Don Juan Carlos fue recibido con el saludo a la voz que para el Jefe del Estado consiste en que los miembros de la tripulación corean siete veces seguidas ¡viva España!, mientras retumban las salvas de ordenanza y suena el himno nacional.
La marinería se había encaramado antes en las escalas de obenques por las que se accede a los mástiles y se habían situado en el trinquete, las jarcias y la gabia salpicando la arboladura del velero con sus figuras apenas sujetas a las cuerdas.
La familia real, después de saludar a la oficialidad del buque que manda el capitán de navío Rafael Martí Narbona, y a los guardias marinas, paso a la cámara del buque donde departieron con el Príncipe de Asturias por unos momentos. Se advirtió que todo el personal que estuviera franco de servicio podía bajar al muelle durante cinco minutos y guardias marinas, oficiales y marineros, se abrazaron y se emocionaron con sus familias, sus novias, sus amigos... Regresaron a bordo, se repitió la ceremonia de llegada para despedir a los Reyes y el Juan Sebastián de Elcano inició su viaje.
Al poco de dejar la bahía desplegó velas. Mientras tanto, miles de personas se desparramaban a lo largo de la alameda, asomados al mar desde el gran paseo que bordea la muralla gaditana para seguir, durante más de dos horas, el navegar solemne de la nave. El ceremonial marinero volverá a congregar a los gaditanos cuando el Elcano culmine viaje en su puerto en julio próximo.
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