_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Enfermos

En el último número de la revista El Paseante, el doctor Oliver Sacks publica dos "cuentos clínicos". Se trata de narraciones en las que el protagonista es un enfermo o su enfermedad o, mejor que nada, la relación del paciente con su dolencia. Aunque con precedentes, el género ha sido hasta el momento poco atendido y, en todo caso, casi confinado al mundo médico. Luria denominaba a este ejercicio "ciencia romántica", y constituye una forma de literatura con paradigmas.No se trata aquí de evocar las mismas ventajas que Sacks, interesado en la patología, descubre en esos textos. Los relatos sobre la enfermedad, a cargo no ya de los doctores, sino de los propios enfermos, son una de las más altas reivindicaciones que los seres humanos tienen pendiente. Cualquiera puede ser, escuchado cuando habla de casi cualquiera de sus desgracias. Pero es, sin embargo, muy temible el tipo que comienza a enunciar una parte de sus achaques. La pobreza en los lenguajes sobre el dolor o sobre las múltiples sensaciones que un cuerpo enfermo hace saber a su víctima y sólo a ella refleja esta censura y configura, de paso, un ámbito de decepción y aislamiento incomparables. El enfermo carece de habla, y ni siquiera cuando es requerido a describir su mal se le atribuye competencia bastante. En general, el enfermo es tomado por un ser imperfecto e ignorante justo en el mismo acto de presentarse como enfermo. Los datos que ofrece serán tomados como informaciones brutas y, en ocasiones, recibidos con un recelo policial que terminará al fin descalificándolos. Por lo general, en el sobreentendimiento médico, el enfermo "cree sentir", pero a efectos clínicos es dudoso que acierte a expresar lo que siente.

Desautorizado para comunicar el dolor, privado del consuelo de transmitir los importantes argumentos que le habitan, el paciente vive su enfermedad como una doble y desproporcionada condena. Exactamente, al clamoroso misterio del cuerpo enfermo se suma la maldición de guardar su decisiva experiencia como un secreto.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_