Pólipossss
Convendrán conmigo en que, hasta hace muy poco, este pueblo que somos, los santos inocentes, diría yo, carecíamos, en general, de conocimientos básicos acerca de qué es un pólipo. Sin embargo, no obstante, aunque, a pesar de, hete aquí que, de un tiempo a esta parte, no sólo nada ignoramos acerca del pólipo común, sino que incluso hacemos del pólipo presidencial un tema de conversación de lo más corriente. Por ejemplo:Hola, mona, ¿Sabías que los tiene de entre uno y dos centímetros de tamaño?
-¿Qué me dices?
-Sí, aparentemente benignos y muy similares a los otros cinco.
-¿Qué cinco?
-Pero, bueno, pochola, es que no tienes ni idea. Estoy hablando de los que se le extirparon en anteriores y no menos prolijos análisis médicos.
También sabemos mucho de próstatas. Yo, que de pequeña creía que decir próstata era tan inconveniente como decir prostituta, pero en masculino, me encuentro ahora con que la próstata está, como quien dice, en boca de todos. Con perdón.
-Bueno, se trata de un agrandamiento, hipertrofia benigna, que causa molestias y puede indicar la existencia de un cáncer en el 10% de los casos. Nada importante.
Hemos asumido también, como pueblo dócil que somos, que la colonoscopia tiene por objeto detectar y extirpar cualquier pólipo benigno nuevo ante el temor de que pase a ser canceroso.
Dentro de nada, los pólipos van a ser como las cocochas. Repugnantes, pero en salsa verde. O sea, un plato a la vasca. Recuerdo perfectamente la primera vez que las comí. Un amigo mío se señaló directamente la garganta y me indicó:
-Se extirpan de un tajo seco, casi indoloro, pero eso no quiere decir que la merluza forzosamente muera como consecuencia. La merluza puede vivir muchos años más.
Lo dicho. Me voy a hacer un rosario con tus pólipos de marfil. Desde que cerraron el Reader's Digest en España, éstas son mis alegrías de la mañana.
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