Buitre, estamos contigo
Tienes más razón que un santo, Butragueño, hijo mío, al considerar que la comparecencia pública de tus aditamentos navideños no perjudica tu imagen. Yo diría que la abrillanta, la pule y le da esplendor. Es más, ahora sí que tienes una imagen completa. Cosa de la que no todos pueden presumir.A decir verdad, yo creo que la espléndida demostración de que involuntariamente has hecho gala ha dejado a los chicos asaz cariacontecidos, sumiendo a más de uno en la meditación y a más de otro en la típica reacción envidiosa, con los ofensivos comentarios que puedes imaginar y que no reproduzco porque sería de muy mal tono.
A nosotras, mayormente, nos has despertado el sentimiento maternal. Más de una ha salido ya a comprarse un sonajero.
Lo fundamental es que tu asunto -dadas las coordenadas objetivas, sería mejor llamarlo tu acontecimiento- ha hecho que los españoles y las españolas, en un momento de máxima sosería decembrina cual es el que vivimos, nos hayamos puesto unánimemente a tomar medidas con el entusiasmo que requiere la ocasión. Desde hace un par de días, en la Redacción, en la calle, en el condado y en las autonomías no se habla de otra cosa. Con la afición que se tiene en este país a reducirlo -o agrandarlo- todo a una cuestión de tamaño, comprenderás que lo tuyo no iba a pasar inadvertido.
"No es una foto estética, pero sí llamativa, diferente, quizá comercial, positiva para la prensa", dices con acierto. Tan joven y ya tan sensato. Pues sí, comercial lo es. Creo que deberías patentarla como puzzle, a medias con el fotógrafo, desde luego, y tratar de llegar a tiempo a Reyes. Fíjate tú qué forma tan entrañable de entrar en los hogares: Caoflor y el Pijoaparte en el mismo lote.
Porque, por una parte, el negocio es el negocio. Y, por otra, ahí es nada: alimentar deleitando.
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