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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una televisión sentimental

Informe semanal viene siendo un refugio para quienes estamos impregnados por el viejo humanismo de hace un puñado de años; un vestigio de la izquierda sentimental, de sus motivos arrollados por la dureza de la práctica diaria. Incluso, a veces, algunos de sus redactores se dejan desbordar por la literatura, por la antigua palabra -¿recuerdan ustedes?- para presentar algunos temas (ejemplo de este sábado la pintura del Paraguay de Stroessner).Dos temas consecutivos tienen esta impregnación en el programa: el día 8, el excelente reportaje sobre la mujer que en Ondara mató a su marido; el 15, el estremecido réquiem sobre Riaño, en las quizá vísperas de ser sumergido por el pantano. Juguetes del destino.

Ninguno de los dos reportajes es neutral. Claro que cabe la duda de si hay que ser neutral ante ciertos temas, o si la neutralidad -la objetividad, la suspensión de juicio- nos está matando. Pocas ficciones -poco cine, poco teatro- pueden tener la vida intensa de la mujer del otro lado del locutorio, con una iluminación pobre -inevitable por el lugar y la situación, pero al mismo tiempo elemento dramático de primer orden-, relatando con una emoción que no la privaba de su claridad expositiva, con la lágrima y el gesto sobrio, pero expresivo, su parricidio como algo venido del destino, de la presión de la vida, y el coro griego de los vecinos, el murmullo continuo de la opinión pública aprobando a la protagonista.

El mismo drama aparece ahora en el testimonio de Riaño; en los campesinos a punto de ser anegados, en el otoño de los pastos, hasta en la jeta del bello buey macizo, del tótem del valle perdido. El reportero -el montador, el locutor- de la tragedia de Ondara trabaja con el estilo de la objetividad distante: colocar la cámara y dejar hablar. ¿Pero aquella emoción, aquella solidaridad que nos producía, era la única posible? ¿Dejaba rasgos de otra verdad? ¿Queremos otra verdad?

Toma de partido

El reportero de Riaño, en cambio, no ocultaba su toma de partido: su culpabilización del régimen anterior, su solidaridad con las gentes que pierden su vieja y entrañable tierra porque la civilización quizá esté equivocada. ¿Pero un puñado de personas pueden importar más que la necesidad colectiva de la energía hidroeléctrica?Una televisión sentimental: un ideario ingenuo y nostálgico, algo que nos lleva más allá de la pragmática de nuestro siglo. El programa Informe semanal no deja de ser un gran respiro, un gran alimento para muchas ansiedades no satisfechas, pero siempre nos deja con el desconsuelo de que la verdad ya no es lo que solía ser.

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