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Dos jóvenes intentan ser encarcelados para estar cerca de unos amigos presos

Dos jóvenes de 16 y 17 años de edad, M. P. V. y E. S. P., entraron el pasado viernes en la comisaría de Mediodía y se confesaron autores de varios delitos, entre ellos el apuñalamiento de un hombre al que supuestamente quisieron robar, delitos que los policías confirmaron que no se habían producido. A continuación, los dos jóvenes se hicieron profundos cortes en los brazos, ante el estupor de los agentes, que, por fin, consiguieron averiguar que la actitud de los jóvenes obedecía a que querían ser encarcelados en Carabanchel para acompañar a unos amigos presos.Los policías comprobaron la falsedad de los supuestos atracos y los menores fueron puestos en libertad, no sin pasar toda la noche del viernes y el sábado en la comisaría.

M. P. V. se encontraba ayer en su casa, una vieja vivienda situada en el centro popular de Madrid, muy cerca de Lavapiés, con el brazo izquierdo vendado hasta el codo. En la casa de socorro hubo que darle varios puntos de sutura internos y al menos 15 externos. El menor, de 16 años, es un chaval alto, espigado y nervioso, que sufre desde pequeño depresiones y trastornos psíquicos, agravados por su afición a ingerir pastillas, en especial del fármaco Rohipnol, con alcohol.

"El viernes habíamos tomado, mi amigo y yo, varias pastillas, con cerveza, y no sabíamos lo que hacíamos. Nos dio por ir a la comisaría para que nos metieran en la cárcel. En Carabanchel están presos varios amigos míos, Óscar, Javi, Jesús, y quería estar con ellos. No me acuerdo muy bien lo que pasó en la comisaría, porque las pastillas te dejan muy pasao. Sé que nos cortamos con una cuchilla y estuvimos en los calabozos hasta el sábado por la noche".

M. P. V. declara que lo que hizo lo hizo por amistad a sus amigos presos y también por el descontrol emocional que produce la ingestión del Rohipnol mezclado con alcohol, pero que no volvería a repetir su aventura.

Su madre y su hermana cuentan que el joven ha tenido siempre problemas psíquicos, y que no es la primera vez que han tenido que recurrir a un psiquiatra, siempre por sobreingestión de las citadas pastillas. En una ocasión se tragó hasta 15 pastillas, "y en esos momentos", dice su madre, una mujer menuda, "no sabe lo que hace. A veces le dan como ataques epilépticos. Mi hijo necesita tratamiento psiquiátrico, y no el reformatorio".

El joven que acompañó a M. P. V. en su aventura del viernes, E. S. P., con antecedentes penales por robo con uso de la fuerza, no vive en el centro madrileño, sino en Vallecas, al final de la avenida de la Albufera, y no conoce a los amigos del anterior encarcelados en Carabanchel. También en su caso fue a la comisaría y se autolesionó por amistad con M. P. V., aunque, según la nota de la Jefatura Superior de Policía, añadió que había tenido una fuerte discusión con su padre y prefería ir a la cárcel antes que volver a casa. Ambos se conocieron gracias a su estancia común en un reformatorio dependiente del Tribunal Tutelar de Menores, situado en Carabanchel Bajo.

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M. P. V., acompañado de su educador -un funcionario del Tribunal encargado de su custodia hasta que sea mayor de edad penal-, intentó ir ayer a Carabanchel para ver a sus amigos, pero no pudo hacerlo.

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