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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Elogio del tocadiscos

En el artículo aparecido el domingo 13 de octubre pasado, titulado La revolución del compacto, se hacen afirmaciones tan tajantes como que "los discos de plástico, baquelita o vinilo son ya piezas de colección", formando parte del título del artículo, así como que "los discos de vinilo se han convertido en un anacronismo entrañable".Se desprende de dicho artículo una sensación como si los que tuviéramos tocadiscos fuéramos unos inocentones que no hemos tenido ocasión de oír música decentemente.

Qué duda cabe que, como dice el artículo, el CD ha servido para que muchísima gente "redescubriera" la música clásica, dejando anonadado al personal con su "perfección" sonora.

Generalmente, dicho asombro, producido por la "perfección" sonora, se verifica en personas que tienen un tocadiscos que se compone de plato malo, descentrado, inclinado, oscilante y con tracción irregular; brazo descompensado (skating mal regulado) y con juego en el codo; cápsula torcida y desparalelada y aguja gastada.

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Frecuentes quejas hay al respecto de con qué facilidad se estropean los discos; se asombrarían los lectores de lo que dura un disco bien guardado, bien limpiado, bien arrastrado y bien leído. Se asombrarían también los lectores de como suena un buen tocadiscos, correctamente ajustado. Pero es que poca gente tiene un buen tocadiscos y bien ajustado.

Existen magníficos tocadiscos manuales, parcos y austeros en frivolidades innecesarias que pueden conseguirse a partir de las 60.000 pesetas. También hay equipos, y combinaciones que pueden superar las 300.000 pesetas. Yo les aseguro a ustedes que suena muy bien y no añoro del CD salvo la eliminación del escaso ruido de fondo que yo percibo con mi tocadiscos, pues aunque se consigue minimizar con un buen arrastre, siempre algo hay.

No pretendo cargarme el CD: comprendo y reconozco sus ventajas; lo único que pretendo es ensalzar un aparato infravalorado, menospreciado y abandonado a causa de su desconocimiento por la mayoría del público.

No pretendo tampoco que en lugar de un lector CD se compren ustedes un buen tocadiscos, pero pruébenlo algún día.-

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