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La 'larga 'marcha' china hacia el consumismo

50 años después del comienzo de la revolución surgen los primeros frutos de la modernización.

Unos 6.000 chinos, incluidos varios veteranos, celebraron días atrás en Pekín el 50º aniversario del comienzo de la Larga Marcha, hito histórico de un proceso que concluyó con la llegada al poder de Mao Zedong, en octubre de 1949. Simultáneamente al acto conmemorativo, que se desarrolló en un ambiente casi íntimo si tenemos en cuenta las amplias proporciones de China, otros muchos miles más de chinos compraban, casi desaforadamente, toda clase de productos en las tiendas de la calle de Wan Fujing, en el centro de Pekín. Esto constituye todo un símbolo de otra larga marcha de la revolución china, esta vez hacia el consumismo.

Cincuenta años después del inicio de una revolución popular histórica, los habitantes del país más poblado del mundo, con más de 1.040 millones de personas, han pasado, en dos generaciones, de ser un pueblo que moría de hambre a una nación que comienza, incluso, a saborear los placeres del consumismo.En Pekín, segunda ciudad más poblada de China, con casi 10 millones de habitantes, los síntomas del desarrollo son visibles en muchos aspectos. Nunca habían tenido tantos problemas de tráfico -aunque casi todo sean taxis, coches oficiales, autobuses y, eso sí, unos seis millones de bicicletas- como en este o del tigre, símbolo de la vitalidad, según el horóscopo chino. Nunca tan La posibilidad de comprar, tanto en términos de dinero como en abastecimiento de productos, como en ese primer año del VII plan económico, en el que los gobernantes chinos prometen, para el final del ciclo quinquenal, el comienzo de la fabricación de un automóvil-utilitario chino que saldrá al mercado al precio de unos 5.000 yuanes (unas 370.000 pesetas), "y que tendrá en cuenta las necesidades de una familia típica china, de tres o cuatro personas", explica, con orgullo, el guía e intérprete de este enviado, sin olvidar el condicionante del control de natalidad, un hijo por cada pareja, marcado por el Gobierno.

Mercadillos libres

Pero los chinos están aún lejos de poder soñar con poseer un automóvil y, de momento, están orgullosos de que, al menos, en cada hogar haya hoy una bicicleta, cuyo coste es supenor a unos dos meses de salario medio de un trabajador, que gana entre 140 y 180 yuanes, según categorías (entre unas 5.000 y unas 7.000 pesetas). ¿Suficiente para vivir? "Bueno", apunta mi interlocutor, "la vida se ha encarecido un poco, pero los salanos también han aumentado".Lo cierto es que en casi cada esquina de Pekín hay, mercados libres de verduras y prueba palpable de que la reforma agraria -primera de las cuatro marcadas en 1979 por el equipo de Deng Xiaoping, tras lapurga de 10 años de revolución cultural maoísta- está dando buenos resultados. Hay verduras en la ciudad, vendidas por los propios agricultores, en sus mercadillos libres. Hay dinero en el campo -unos 800 millones de chinos, casi el 80% de la población-, donde llegan los primeroá televisores, se construyen viviendas propias y se derrocha, según la Prensa china, el dinero en gastos suntuosos, especialmente en las bodas.

Pero, además de mercados de comida relativamente bien abastecidos, los chinos comienzan a paladear otros placeres del desarrollo.

En la calle de Wan Fujing, auténtica calle de Serrano al estilo y proporción china, con incluso tiendas de antigüedades donde no sólo compran turistas, los chinos asaltan casi literalmente a los vendedores en busca de productos de todo tipo. Aunque la moda dista mucho de los estándares capitalistas, lo cierto es que ya no sólo se venden chaquetas grises y verdes.

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Hay colorines para todos los gustos. Sólo la gente mayor, los que sí seguramente recuerdan la gran marcha, van ataviados con americanas cuello Mao, de colores tristes.

"La gran diferencia entre mi llegada a Pekín y hoy", comenta un amigo europeo miembro de una embajada, "es que antes podía ir desde nú casa al hotel Pekín en bicicleta, a través de pequeñas calles con casas típicas al estilo chino, que sólo se veía a la gente vestida de verde o de gris y que en las tiendas había gente, pero eran pocos los que compraban".

Hoy el panorama es muy distinto. Pekín es una urbe donde crecen los edificios de 20 plantas y que tiene problemas de tráfico a las horas punta, donde las bicicletas tiene que torear a los coches.

Además de los almacenes tradicionales, existe ahorala. posibilidad, fomentada por el mercado negro de moneda, de que los chinos pudientes adquieran productos importados en las tiendas de los hotele para extranjeros, donde se ven de desde Nescafé hasta televisores en color. Y aunque con pocos compradores, la firma de relojes japonesa Seiko expone lo más lujoso de su gama en el escaparate de una elegante relojería que podría estar, por su diseño, en cualquier centro comercial de Tokio.

Futuro imprevisible

¿Es irreversible el proceso de cambio en China? Nadie se aventura a predecir el futuro de este país-continente, hoy por hoy encaminado hacia el comienzo de un desarrollo visible, tanto en el campo como en las ciudades.Imprevisible, sobre todo porque el padre del actual pragmatismo de la política china Deng Xiaoping, ha cumplido 82 años y otros miembros de su equipo político rondan edades parecidas. ¿Cómo se realizará el relevo sin que haya sobresaltos? En Pekín se da capital importancia a los preparativos Y celebración del próximo congreso del Partido Comunista Chino, previsto para el otoño de 1997. De aquí deberán salir las nuevas generaciones para el relevo del equipo Deng.

Como principales condicionantes para una continuidad de la apertura china, los expertos y analistas destacan el poder e influencia del ejército, basado aún en dirigentes que también participaron, como Deng Xiaoping, en la larga marcha y que pasan por tener ideas más conservadoras y puristas en el.sentido doctrinario del comunismo, sobre el futuro de la sociedad china.

¿Aguantará China una eventual lucha por el control del poder, en el cambio de liderazgo? ¿O renacen corríentels revisionistas entre los medios conservadores que consideran veladamente la actual orientación de apertura como una puerta entreabierta hacia el capitalismo y la corrupción de la sociedad en China?

Prisión de lujo

"La banda de los cuatro no tiene seguidores y viven plácidamente en una prisión de lujo, en Pekín", comenta un periodista chino, recordando que no es posible una marcha atrás como la marcada por los inspiradores de la revolución cultural que supuso un cerrojazo para la sociedad china, desde la mitad de la década de los sesenta hasta después de la muerte de Mao Zedong, en septiembre de 1976. "Hay rumores, pero sólo son rumores, de que Jian Qin habría muerto hace unos días", apunta, sin posibilidad de confirmar lo contrario, el periodista chino, al parecer deseoso de borrar un pasado de revolución cultural, de chaquetas grises y verdes de cuello Mao que los chinos parecen querer olvidar, al menos en su gran mayoría.Y, sin embargo, los medios oficiales chinos, desde los ministerios hasta las redacciones de los diarios, tienen argumentos de todo orden para justificar que la "apertura no está reñida con el objetivo final de vivir en una sociedad esencialmente comunista".

¿Lo interpretarán así los líderes de un ejército que ve reducir sus efectivos de cuatro a tres millones, y ve transformar sus fábricas de armamento en fábricas de neveras? ¿Será asimilable a la idea de un comunismo tradicional el que, desde hace unos meses, exista otra vez en China una bolsa de valores -o templo del capitalismo- en el mercado de Shangha¡ o haya los primeros casos de bancarrota de empresas por. no ser rentables, o se hable incluso de la posibilidad de despido libre?

En cualquier caso, los 6.000 chinos que el pasado 22 de octubre en Pekín -y otros muchos miles más en otras partes del país- honraron en el gran palacio del pueblo el acto histórico del 50º aniversario del comienzo de la larga marcha revolucionaria de Mao Zedong, eran muchos menos que los que, a la misma hora, festejaban en las tiendas de la calle de Wan Fujing los primeros frutos del consumismo de la segunda larga marcha de Deng Xiaoping hacia la apertura y la modernización de China.

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