Diego Angulo Íñiguez, catedrático e historiador de arte
Diego Angulo Iñiguez, catedrático e historiador de arte, falleció el pasado sábado en Sevilla a los 85 años de edad. Nacido en la provincia de Huelva en 1901 e hijo del notario sevillano Angulo Laguna, al que Ramón Carande le dedicó la primera de sus semblanzas biográficas en su Galería de raros, Diego Angulo Íñiguez ha sido uno de los pilares fundamentales sobre los que se ha construido la historiografía artística de nuestro país. Un simple recuento de sus cargos y honores es suficiente para comprender la importancia y la vastedad de sus intereses universitarios y científicos: catedrático de Historia del Arte en la universidad de Sevilla y más tarde de la Complutense de Madrid, donde se jubiló tras casi medio siglo de docencia, Angulo fue, simultáneamente, director del Instituto Diego Velázquez del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y del Museo del Prado, instituciones ambas a las que se entregó con una dedicación intensa y dilatada hasta el punto de recibir el nombramiento de director honorario ole las misnas cuando hubo de abandonar la .7unción ejecutiva por razón de la -dad.Sus méritos como investigador merecieron que fuera admitido como miembro de número en las reales academias de Bellas Artes de San Fernando y de la Historia, siendo de esta última su presidente en el momento de su muerte. Entre sus numerosas publicaciones, centradas principalmente en el estudio del arte español e hispanoamericano de la época moderna, hay que destacar los volúmenes del Ars Hispaniae, dedicados a la pintura española de los siglos XVI y XVII; los tres gruesos tomos sobre arte colonial en América y Filipinas (que hizo con su discípulo Marco Dorta), y el catálogo razonado de la pintura española del siglo XVII, desarrollado por escuelas regionales, que había realizado en colaboración con su también discípulo Alfonso Pérez Sánchez, con el que estaba trabajando asimismo en el catálogo de los dibujos españoles, del que ya habían sido publicados por el editor británico Harvey Miller los tres primeros tomos de dicha edición. Con todo, la obra de su vida fue el estudio sobre el pintor sevillano Murillo, obra monumental en la que empeñó el trabajo de toda su vida y que pudo aparecer a finales de 1980.
Diego Angulo pertenece a la estirpe de los historiadores del arte españoles más importantes de este siglo, con un sitio de honor junto a los Gómez Moreno y Elías Tormo, que le precedieron cronológicamente, y junto a otras grandes personalidades de su generación, Sánchez Cantón, Lafuente Ferrari, Xavier de Salas, López Rey. Convencido posibilista en el método científico, deja una amplia pléyade de discípulos que hoy ocupan puestos principales en la Universidad y en otras instituciones públicas dedicadas al arte. Su muerte, acaecida en la noche del pasado sábado en Sevilla, le sorprendió a los 85 años, cuando estaba trabajando en la elaboración de una guía artística de Andalucía.
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