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La izquierda francesa, desorientada ante el declive electoral que sufre desde 1981

Lluís Bassets

La vida parlamentaria francesa recupera hoy el pulso con la apertura de la sesión de otoño del Parlamento. El test electoral del pasado domingo, favorable al Gobierno de Jacques Chirac, y los recientes cónclaves de los principales partidos, ofrecen un panorama claro de expectativas y ánimos. En la derecha, preocupación estratégica con vistas a las presidenciales de 1988, y en la izquierda, desorientación a la hora de enfrentar el declive electoral que sufre desde las elecciones de 1981, que permitieron formar un Gobierno socialista con participación comunista.

Los diputados socialistas se han reunido durante dos días en Magon (Saona y Loira) con un tema de reflexión central: cómo enfrentarse a un Gobierno de derechas que cohabita con un presidente socialista. En una reciente reunión del comité directivo del partido surgió el grito de alarma, moteado por las ambiciones de los barones socialistas. Varios dirigentes mostraron su preocupación por la tibieza socialista en su oposición al Gobierno de Chirac, señalando con ello al secretario general del partido, Lionel Jospin. Jospin, el nuevo diputado de la Alta Garona, reforzado por el aprobado obtenido en las elecciones, en las que consiguió no perder ningún escaño, ha intentado encontrar la fórmula, que por el momento es sólo verbal, para mantener una distancia crítica suficiente con respecto al Gobierno: "Sí, la coexistencia institucional [entre el presidente Mitterrand y el primer ministro Chirac] es un freno para la evolución de la relación de fuerzas políticas. Pero creo que si la coexistencia institucional termina se pierde la batalla política, mientras que si este período dura nuestras posibilidades de ganar aumentan".Con ello, Jospin acalla las voces que piden un empleo a fondo de los recursos de poder en manos socialistas, en concreto los que posee el presidente François Mitterrand, pero a la vez se compromete a un combate más áspero con la derecha: "Soy partidario de la más firme oposición al Gobierno y del puente más abierto hacia la opinión pública". El tema caliente de la rentrèe, el terrorismo, también ha sido objeto de las advertencias de Jospin: "El crédito del Gobierno se ha terminado. Ya es hora de que ofrezca un resultado al país".

A propósito del éxito de Jospin en las elecciones parciales de la Alta Garona, el periódico Le Matin ha venido a echar un jarro de agua fría sobre los socialistas. Si el proyecto de. redistribución de circunscripciones electorales del ministro del Interior, Charles Pasqua , hubiera sido aplicado en estas elecciones, la lista de la mayoría que encabezaba Dominique Baudis se habría llevado seis diputados, y la socialista de Jospin, sólo dos. Razón de más para que los socialistas estén preocupados, en el preciso momento en que el presidente de la República tiene sobre la mesa, ya para firmar, el producto de charcutería electoral preparado por Pasqua.

Drama comunista

La situación del partido comunista, cuyo comité central se ha reunido también este principio de semana, adquiere tintes en este caso dramáticos, a pesar de la obstinación de su secretario general, Georges Marchais, empeñado en explicar sus malos resultados únicamente por la acción de los agentes externos: el deslizamiento hacia la derecha del electorado, la bipolarización promovida por el propio Mitterrand, el desgaste de la izquierda en su conjunto con especiales. repercusiones sobre los comunistas. La realidad es que, en un solo día, los comunistas se vieron en un tris de quedarse sin grupo parlamentario en el Senado y vieron disminuir su clientela en la Alta Garona en más de 9.000 votos, hasta situarse por debajo del Frente Nacional. Sólo alguna voz aislada, como alguno de los renovadores, ha apuntado, sin éxito, hacia dentro del partido a la hora de buscar responsabilidades. Valéry-Giscard d'Estaing, en unas recientes declaraciones, ha sentenciado ya a muerte al partido de Marchais.Para el ex presidente de la República, en las próximas elecciones presidenciales hay que pensar en un panorama político sin comunistas, lo que da mayores posibilidades a un centro capaz de convertirse en elemento de flexión hacia la derecha o hacia la izquierda.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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