Escondrillas cogió Su fusil
J. C. Cuando en la tarde del 24 de septiembre de 1982 la dirección de Explosivos Río Tinto (ERT) envió un télex a sus casi 130 acreedores financieros anunciando la imposibilidad de atender los pagos del, principal de su deuda, luces rojas se, encendieron en los cuarteles generales de la banca nacional y extranjera. España parecía a punto de caramelo de un crack- financiero de incalculables consecuencias. México acababa de anunciarse en plena bancarrota, y el problema de la deuda, se cernía con toda su enormidad sobre el Tercer Mundo. En España mismo, Alúmina Aluminio Español, una empresa del sector público, con INI por medio, había dado ya el primer gran aviso. La balanza de pagos española tampoco estaba para muchos trotes. Era la hora del sálvese quien pueda.
Pero no era fácil abandonar el barco. Toda la banca se despertó bien pringada en ERT. Algunos de los grandes bancos españoles comenzaron entonces a enseñar públicamente sus vergüenzas, metidos hasta las cachas en Aznalcollars, Explosivos, Aluminios y otros etcéteras. Unos y otros volvieron sus ojos hacia papá Estado. Que arrime el hombro el Estado. Y cuando los bancos, los verdaderos dueños de ERT, discutían el perfil del nuevo presidente de la sociedad, Carlos Solchaga, recién llegado al sillón de Industria, les ganó por la mano y se sacó de la manga al nuevo presidente de ERT: José María Escondrillas.
Escondrillas, un desconocido que procedía de un modesto consulting de Bilbao, pareció a los bancos un ejecutivo gris, a quien el traje de ERT amenazaba con quedar un poco grande. Unos y otros se han llevado un chasco. José María Escondrillas no será seguramente un Lee Iaccoca o un lan McGregor, pero se ha mostrado como un directivo duro y tenaz, que ha hecho el milagro de haber salvado de la quema a una de las más importantes empresas privadas españolas. Bien rodeado de una corta escolta de fieles, ha sido inflexible con aquellos directivos del grupo que han sido incapaces de alcanzar los objetivos previstos. Como guinda, Escondrillas se ha mostrado ambicioso, y su nombre -a lo que seguramente no es ajeno su activo entourage de relaciones públicas- sonó en la última crisis como aspirante a una cartera ministerial.
Su mayor éxito, sin duda, es que ERT ha sorteado el gran escollo sin perder su condición de gran grupo, uno de los más grandes del país. Explosivos ha reducido su, presencia en los sectores plásticos y químicos y sobre todo en el inmobiliario, pero sigue siendo la misma en los básicos: explosivos, petróleo, minería y fertilizantes.
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