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COMPETICIONES EUROPEAS

Nueva derrota del Real Madrid en su debú

ENVIADO ESPECIAL El Real Madrid tendrá que recurrir otra vez al eficaz bálsamo del estadio Bernabéu para curarse los problemas que sigue arrastrando en sus salidas europeas El equipo del holandés Leo Beenhakker cayó en Berna ante el Young Boys, un disciplinado y voluntarioso conjunto que le puso en aprietos más de lo debido, pese a que hasta el menos experto en materia futbolística se percató de que no es precisamente el Dinamo de Kiev, actual campeón de la Recopa y vencedor del último trofeo Bernabéu. El Madrid sigue sin desplegar sobre el césped las nuevas teorías que intenta implantar Beenhakker, entre otras razones porque el equipo pierde demasiados balones en el centro del campo. Esto no es lo que dispone el técnico holandés en su pizarra y son los jugadores quienes deben corregir ese grave defecto.

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La historia volvió a repetirse un año después. El Madrid del canario Luis Molowny inició la temporada anterior su luego brillante andadura por la Copa de la UEFA, que se adjudicó, encajando un gol en Atenas, frente al AEK y antes de cumplirse los primeros diez minutos de juego, como consecuencia de un marcaje aparentemente bien dispuesto, pero con un error clave en su puesta en funcionamiento por el lado de Michel. Ese tanto supuso entonces la derrota mínima del Madrid, salvada después, naturalmente, en el Bernabéu. Ayer, en Berna, al Madrid de Beenhakker le ocurrió lo mismo.

El técnico neerlandés montó un dispositivo arriesgado, en teoría incluso valiente, con Chendo y Camacho como marcadores de los dos puntas rivales, el danés Lunde y el suizo Zuffi, respaldados por el libre: Salguero. Y en la media situó a Martín Vázquez, Miguel y Gordillo, de derecha a izquierda, con Juanito por delante, como enlace con Butragueño y Hugo Sánchez, y Solana teóricamente por detrás, en persecución por todo el campo del sueco Prytz, cerebro del Young Boys.

La idea era buena, pero, como un año antes, tenía un agujero en la práctica porque Prytz se echó muy atrás para iniciar la organización del juego de su conjunto, con lo que se obligaba a Solana a actuar muy alejado de la zona defensiva. Por contra, Michel tenía que quedarse a marcar a Bamert, el centrocampista más adelantado del rival cuando atacaba y encargado de buscar en el área madridista los balones altos que debían llegarle de los extremos. Michel, un espléndido jugador que no atraviesa su mejor momento, quedó aprisionado así entre su labor de organización y la necesidad de jugar más de la cuenta por delante de Salguero, como primera barrera defensiva y en ocasiones incluso como central.

El propio Bamert estuvo a punto de aumentar la cuenta suiza enjugada similar a aquélla en la que consiguió el gol. Pero, además, el Madrid también tenía dificultades para llegar a posiciones de remate porque ni Martín Vázquez ni Gordillo ni Juanito se mostraban inspirados.

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