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Washington renuncia por el momento a atacar militarmente a Libia

Francisco G. Basterra

El globo de un nuevo ataque militar contra Libia se ha pinchado en Washington y la Administración de Reagan ha decidido, por el momento, buscar la desestabilización de Muamínarel Gaddafi mediante la presión, económica y el aumento de su aislamiento internacional. El viaje europeo del enviado presidencial, Vernon Walters, ha tenido fundan entalmente ese objetivo. Esta política se combinará con acciones encubiertas dirigidas a provocar un golpe interno. Ronald Reagan ha ordenado a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que intensifique sus operaciones secretas contra el líder libio; al que califica de "perro rabioso", con el objetivo de lograr, a medio plazo, su derrocamiento en un golpe interno, dijeron fuentes de la Administración.Con la misma facilidad artificial con que reapareció la última semana de agosto, Libia ha desaparecido de las primeras páginas de la Prensa norteamericana. La última batalla de propaganda desatada por Washington contra Libia, con la amenaza de repetir los bombardeos del pasado abril, se ha saldado de momento con un fracaso, según reconocen los comentaristas. La guerra de nervios y el movimiento de la VI Flota en el Mediterráneo frente a las costas del pequeño y desértico país norteafricano no han conseguido poner nervioso a Gaddafi, que no ha ofrecido a Washington el pretexto que estaba buscando para golpearle de nuevo. Por el contrario, Gaddafi ha superado la supuesta depresión en la que se sumió tras los bombardeos de la pasada primavera y parece haber recuperado de nuevo el control.

El renovado esfuerzo de la CIA está dirigido, según fuentes norteamericanas, a rentabilizar el descontento interno provocado por el progresivo aislamiento económico de Libia y la tensión de una permanente amenaza militar a cargo de la VI Flota, que mantiene abiertas todas sus opciones. Aunque Washington es consciente de la inexistencia de una alternativa válida al líder de la revolución verde, el espionaje estadounidense volcará sus esfuerzos en ayudar a la oposición interna y externa a Gaddafi. Se habla incluso de unificar los más de 10 grupos de exiliados en una especie de contra, al ejemplo nicaragüense.

Otro objetivo de los servicios de espionaje norteamericanos es ampliar la supuesta brecha entre los militares profesionales y Gaddafi, que habría irritado a sus oficiales, concediendo cada vez más poder a los comités revolucionarios con su aventurerismo y con la colocación de comisarios políticos en las principales unidades. Pero en cualquier caso, a pesar de sus problemas internos, fuentes de la CIA admiten que no hay razones para creer que Gaddafi pueda ser derribado a corto plazo. Esta semana, el Departamento de Estado, sin llegar a pedir directamente el derrocamiento de Gaddafi, hizo un llamamiento al pueblo libio para que decidiera su destino, advirtiéndole del desastre económico y el aislamiento internacional al que le lleva su líder.

Los expertos norteamericanos creen que el recorte por los europeos de las compras de petróleo libio es ahora más importante que un ataque militar para quebrar el régimen de Gaddafi. Pero ésta ha sido una de las sugerencias de Walters no atendidas por los aliados. Hasta ahora, Libia ha soportado bien la retirada de las compañías petroleras estadounidenses, pero el último acuerdo de la OPEP obliga al país a reducir su producción de 1,2 millones a un millón de barriles diarios. Esta pérdida de ingresos, unida a un eventual boicoteo europeo, sería una gran ayuda para la política de desestabilización de Estados Unidos.

La Administración de Reagan no ha presentado a sus aliados europeos pruebas frescas de que el mercurial coronel esté preparando una campaña de terrorismo contra intereses norteamericanos. Vernon Walters ha sido acogido con escepticismo, e incluso irritación, en las capitales europeas. Walters se entrevistó ayer en Roma con el primer ministro italiano, Bettino Craxi que ya tiene suficientes problemas en Italia para echarse encima más.

En Washington se ha tratado de restarle importancia al viaje, insistiendo en que sólo se trataba de informar y consultar, pero no de solicitar acciones concretas. Pero fuentes oficiales admiten que el embajador de EE UU en la ONU ha pedido ayuda para que los europeos refuercen el aislamiento económico y político de Libia, que ya iniciaron forzados por la acción bélica del pasado abril.

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