Fernando Morán: "La cultura es el armamento frente al mundo"
"Si volviera a vivir preferiría el Nobel a ser presidente" - "Las mujeres son menos esquizofrénicas que los hombres" - "Caminamos hacia elites proamericanas"
FELICIANO FIDALGO, Este diplomático profesional y escritor enroscado en sus arcanos (casi una docena de títulos de ensayo y novela), veraneante a la sombra de Felipe II, estimula una codicia cuando se le ve llegar, como esta mañana, a la que fuera casa de cortesanos en alpargatas azules, pantalón azul marino oscuro, camisa blanca, los periódicos bajo el brazo, y surcando terreno con sus ojeras de profesor obseso, de estudiante acosado o de enamorado universal. Morán es educado y acogedor, lo justo, lo sabio, diría alguien. Así, a bocajarro, este hombre que de momento se empolla Los mitos hebreos ("a medida que avanza la. edad, leo más lo clásico"), ¿cómo es posible imaginar que no sea el abuelo que se merecen sus cuatro nietos? Morán tiene tres hijos: Fernando, el mayor, es diplomático; María Luz es profesora de Sociología Política, y Clara se ha liado con la música moderna. María Luz también se nombra su esposa, que es como el espíritu de un platillo volante. El platillo volante es Morán; cuando los dos se miran, él con sus ojeras enternecidas, ella con su cara poblada de ojos anhelantes, hay que entornar los párpados para no estorbar. El aspirante a ordenador para escribir no llora por la literatura, pero amaga con rabia porque "lo que quiero es volver a la política".
Pregunta. ¿Quién es Fernando Morán: un conspirador como se oye?
Respuesta. No he sido nunca un conspirador, sino ayudante de conspirador durante el franquismo; el conspirador era Tierno Galván. Yo soy un gran independiente.
P. El embajador de España ante las Naciones Unidas ¿está contento en Nueva York?
R. Estoy a gusto relativamente: llevo una vida ordenada, pero a estas alturas, para mí, ya no es época de epifanías, de descubrimientos.
P. Parece que aquello no le ha entusiasmajo.
R. No es eso; no es inuy útil hablar de Nueva York, porque hay 1.000 Nueva York. Es un almacén de culturas.
P. Desde hace casi medio siglo la mitología cultural procede mayormente de EE UU, o del mundo anglosajón si se quiere. En España se aprovecha y al mismo tiempo se practica un antiamericanismo primario.
R. No, no cultivamos el antiamericanismo primario; se trata de un reflejo ante ciertas actitudes americanas; pero creo que incluso caminamos hacia elites proamericanas.
P. ¿Se considera usted un hombre culto?
R. Tengo conciencia de lagunas culturales que trato de colmar. Estoy descubriendo tarde la estructurá de la historia de España; las Españas varias, por ejemplo, las estoy descubriendo ahora.
P. A propósito de las Españas varias: ¿la cuestión vasca?
R. A diferencia del tema catalán, el problema vasco me es más difícil de entender. Cataluña es una nación y el País Vasco es un pueblo; esto lo descubrí al final de un partido de fútbol entre el Barcelona y el Atlético de Bilbao. La nación catalana es conciliable con España y el pueblo vasco no ha llegado a una vertebración, pero tiene fuerza política, aunque no homogénea. La independencia no tiene sentido: primero, porque si la dominante fuese la izquierda esa nación no tendría cabida en Europa occidental; y segundo, porque si fuese de derechas sería dominada por otra potencia; lo que se debe es profundizar la autonomía.
P. Volviendo al tema anterior, ¿cómo definiría usted hoy la cultura?
R. La cultura es el armamento frente al mundo.
P. ¿Es cultura la llamada movida madrileña?
R. Creo poco, o nada, en ese rnovimiento como algo creador.
El intelectual
P. ¿Qué le sugiere la noción del intelectual a finales del siglo XX?
R. El intelectual favorece las ideas dominantes; pero ya no existe el intelectual, más en la izquierda, que reaccionaba contra los fascismos. Han ocurrido muchas cosas en el siglo: fracaso del comunismo, asunción de los tecnócratas y, a la postre, institucionalización del intelectual. Ha desaparecido la noción del compromiso.
P. Perdón. ¿Lo que usted está diciendo sirve para España también?
R. No; aquí no hay institucionalización del intelectual, no ha habido puntos de referencia culturales...
Lo que quiero decir es que la cultura dominante en España ha sido reacia a la innovación; aún nos estamos alimentando del impulso ético-intelectual de los años sesenta-setenta; hay que hacer una revisión, pero ¿quién la hará?
P. ¿Qué pasa con las ideológias?
R. Las doctrinas de salvación, totales, creo que han muerto.
P. Centrándonos en el socialismo, resulta que el francés y el español, cuando han Jiegado al poder, han realizado más o menos todo lo contrario de lo que predicaban. ¿Qué ocurre?
R. Las experiencias francesa y española, para valorarlas, hay que tener en cuenta en el momento en que se han producido: crisis económica, crisis de identidad del socialismo, y en lo económico, cultura dominante de la oferta y de la muerte de Keynes. Pero yo creo que el socialismo democrático no ha muerto; el Estado del bienestar no ha muerto.
P. ¿Qué es el socialismo hoy?
R. Más liberación social, más oportunidad, más garantía social frente a la desgracia. El capitalismo sigue jugando un papel negativo.
P. Como consecuencia de la crisis de las doctrinas de salvación, ¿no cree que la tensión Este-Oeste empieza a ser una reliquia?
R. Los dos grandes participan de una conciencia común: que lo lógico es la convivencia y que las dos sociedades no son antagónicas.
P. ¿Para qué sirve hoy un partido político, si no es como máquina electoral?
R. En América son máquinas electorales, pero aquí los partidos son indispensables, porque, a pesar de la crisis ideológica, todo el sistema democrático, de arriba abajo, está fundado en los partidos. Y aún queda un residuo ideológico que no ha desaparecido, a pesar de que vivimos el final del siglo más conservador.
P. ¿Es usted más político o más escritor?
R. Más político que escritor.
P. ¿Pero qué le gustaría más, ser premio Nobel o presidente del Gobiemo?
R. No puedo ser lo uno ni lo otro; pero si volviera a vivir preferiría el Nobel.
P. ¿Qué es la literatura para usted?
R. Una componente de mi vida; lo veo todo muy literariamente.
P. ¿Cómo vive usted la ecuación libertad-política-literatura?
R. La acción política incluye la disciplina y escribiendo se siente uno creador; pero yo, en política, ingresando a España en la Comunidad Económica Europa y desbloqueando las relaciones franco españolas también me sentí creador. En todo caso, no siento desgarro por no ser literato profesional.
P. De alguna rnanera, lo que acaba de decir recuerda una cierta dimensión del superrealismo, que conmovía las culturas transpirenaicas en tiempos de Proust, Joyce, Kafka (pilares de la novela contemporánea), mientras España, simplificando, cultivaba el sentimiento trágico de la vida.
R. En efecto, el superrealismo ha permitido conocer culturas no razonántes; y un cierto provincianismó español procede de la no vivencia, en su día, del superrealismo.
P. ¿Advierte usted aquí influencias de la época franquista?
R. En todas las sociedades hay residuos de épocas autoritarias. En España se ha superado el franquismo, pero quedan residuos: no se cuestiona la autoridad y la capacidad de análisis es limitada.
P. ¿Sirve para algo la diplomacia tras lo que acaba de decir?
R. Es indispensable a pesar de los medios de comunicación. El diplomático enfoca los hechos, negocia. Pero a mí, hoy, lo que más me interesa es la política.
P. ¿Qué es la política?
R. Servir el bien común, crear normas de conducta social; es también la tarea intelectual de hacer lecturas y explicarlas,.
P. ¿Leen los políticos españoles?
R. No, no leen bastante. En Europa, como los políticos entran y salen de los Gobiernos, leen más y escriben. El presidente González tengo la impresión de que lee por la noche, porque no duerme: lo he comprobado cuando me comenta libros.
P. A propósito del presidente, alguna prensa ha comentado el despliegue de su veraneo.
R. El presidente es un hombre austero, sin exageraciones; sin embargo, otros casos de tendencia a la jet me chocan un poco, eso me parece infantil.
P. ¿Qué piensa usted de la prensa del corazón?
R. Es una horterada, a pesar de que son muy buenos profesionales.
P. ¿Y qué meditación le merece la revolución de las costumbres causada por el SIDA y restricciones o censuras consecuentes?
R. La revolución del siglo XX fueron la penicilina, la cura de las enfermedades venéreas y el control de la natalidad; pero vuelven las enfermedades, y aunque no tengo pruebas, creo que el SIDA está publicitado por la derecha; en EE UU se suma al conservadurismo reinante.
P. Y tanto conservadurismo, ¿no se producirá precisamente para mantener las cotas de bienestar alcanzadas?
R. No, no es por eso. El mundo es algo muy feo en estos momentos.
P. Y la familia, ¿qué es para usted en este mundo?
R. La familia crea solidaridades y problemas; el ser socialista no ha modificado mi noción de la familia; el socialista de base es muy tradicionalista.
La alcaldía de Madrid
P. ¿Concibe usted un Estado moderno, democrático, con los medios de comunicación entre sus manos?
R. No en lo tocante a la prensa escrita, pero en materia televisiva me convence el sistema británico, aunque para ello hacen falta personalidades independientes. En España, para esto, aún necesitamos 30 años de democracia.
P. ¿Qué papel han jugado las mujeres en su vida?
R. Desde mi madre ya, un gran papel. Las mujeres me parecen más interesantes que el hombre. Tienen más contacto con lo cósmico, son sorprendentes, son capaces de romper una vida y de empezar otra, tienen capacidad de sufrimiento y son menos esquizofrénicas.
P. Para concluir con la política, que es lo que a usted le chifla, ¿la alcaldía de una gran ciudad no podría servirle de trampolín de retomo?
R. No comment.
P. Comente algo, por favor.
R. Es evidente que en Madrid nadie va a volver a hacer lo que hizo Tierno, porque la situación no es la misma y porque su personalidad no se repetirá. Yo nio he soñado con eso, pero la gente habla de ello.
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